29 de junio de 2010

Donde hay Mundial que se quite lo demás...



Una sabe bien que se está disputando una competición deportiva de altura porque todo el mundo habla del tema con aparente nivel de conocimiento. Fernando Alonso corre una carrera de Fórmula 1 en el circuito de Monza, y muchos, que hace tan solo seis años ni siquiera sabíamos que existía la Fórmula 1, nos vemos en la necesidad imperiosa de opinar sobre lo malos que son los mecánicos de Lotus que no dan una, lo bien que se saltó la "chican" un tal Kúbica o si el fallo de los Toro Rosso estuvo en que eligieron neumáticos blandos en vez de duros. "¡Neumáticos blandos! ¿Pero de qué van?", digo, osada de mi, a voz en grito en el bar de turno cuando, he de confesar, no tengo ni idea de cuál es la diferencia entre ambos y tengo a mi Clio con los mismos desde que Alonso corría en Minardi que ya me dió el toque hasta el tipo de la ITV. Hablar de la Fórmula 1, tal y como yo lo hago, es lo mismo que hablar del tiempo lo que pasa que todo suena como más importante. No es lo mismo encontrarte al vecino en el ascensor y decir: "¡Vaya calorón! que toparte al susodicho vecino y plantarle: "¿A ti paezte normal lo de Hamilton? Home, pasose el "safeticar" por donde yo te diga". No es lo mismo, suena mejor.
Temporada a temporada vamos perfeccionando el vocabulario hasta convertirnos en auténticos cherif del comentario automovilístico. Claro que después te llega un Mundial de Fútbol y que queréis que os diga, yo me olvido de todo lo que va sobre cuatro ruedas. El tema es que tengo que hacer sitio en la cabeza para todo lo que conlleva una Copa del Mundo: los cruces de los equipos, las alineaciones, los días y horarios de los partidos, las cuentas de la liguilla previa, el pelazo rubio de Piqué, los taconazos de Maradona desde el banquillo --entiéndase taconazos como toque de balón no como prenda de vestir--, la cantada del portero inglés, Sara Carbonero y su churri bajo la portería, las vuvuzelas, los octavos, las pifias arbitrales, la selección de Japón, la alineación indebida, los recuerdos, los chistes de que Ghana gana, los triunfos...Y claro, cualquiera se acuerda de que, si no hay Mundial, nos pasamos los domingos viendo coches dar vueltas sin sentido y encima, con neumáticos blandos.