28 de marzo de 2008

La vida es fósil



La piedra era tan grande como una mesita de noche, lisa como una plancha y, por supuesto, de carbón. La encontramos en la antigua escombrera que, durante años, había sido escenario de nuestros juegos y que por esos días acogía las obras de construcción de una iglesia evangelista. Hacía bueno, debía ser primavera, y como la mayoría de los días soleados, cogimos la mochila y nos fuimos de excursión monte arriba. La piedra, negra, lisa y enorme fue nuestra primera parada. En el centro de la roca, como tallada por una mano centenaria, se podía ver un dibujo. Cristina, que además de ser la mayor del grupo era siempre la que más sabía, nos aclaró el secreto: «Es un fósil». De nuestras bocas salió un sonido cargado de admiración. Aquello era un fósil, igual a los que veíamos en la televisión o aparecían en nuestros libros de texto. Discutimos sobre qué era el dibujo. Yo apostaba, dentro de mi ignorancia y fantasía, porque se trataba de la pisada de un dinosaurio, pequeño pero dinosaurio al fin. La voz, científica esta vez, de Samuel nos puso los pies en el suelo: «Es un helecho». A todos nos pareció que la afirmación se ajustaba a la realidad y decidimos seguir nuestro camino. Escondimos la piedra para poder cogerla de vuelta a casa y nos fuimos. Nunca volvimos a saber de ella. Creo que ese día bajamos por otro camino y más adelante, al pasar por el escondite, vimos que algún desaprensivo se había llevado «el mayor descubrimiento» de nuestra niñez. El hecho nos dolió lo justo, pero suficiente como para que yo ahora, dieciocho años después, siga acordándome de ello.
En dos décadas pueden olvidarse muchas cosas pero la mente es sabia y tiende a borrar los malos momentos, las malas personas. Por eso yo, si echo la vista atrás, recuerdo las cosas buenas y el principio de la amistad con cuatro nombres: Cristina, Desiré, Samuel y Adrián.
Cristina, además de poseer un garaje que servía de refugio en los días de lluvia, desbordaba imaginación e iniciativa por los cuatro costados. Tenía una caravana en la que no podíamos entrar, un perro ladrador y los juguetes más chulos de todo el barrio. Después estaba Desiré, «La Nena» llegaba a nosotros desde Laredo –por entonces aquella ciudad se nos antojaba en el extranjero– y siempre traía todas las ganas del mundo para jugar. Durante sus estancias en La Barraca vivía en «La Calle» y allí trasladábamos nuestras cuitas hasta que volvía a marchar. Samuel tenía la capacidad de deshacer un juguete y volverlo a montar con motor incluído. Era una especie de científico infantil al que te imaginas, cada noche, mezclando líquidos y probando poleas para conseguir mejorar cualquier tipo de cachivache. Era, y es, primo lejano mío por lo que, toquilla al ristre, yo pasaba muchas noches en su casa mientras mi abuela y la Tia Nides hablaban en la cocina de sabes dios qué. Y por último Adrián que era grande, rubio, fuerte y mi vecino de al lado. Los cristales de la cochera y de la puerta de su casa fueron los que más sufrieron, con el consiguiente enfado de su abuelo, la fiebre futbolística que nos entró en alguna parte de nuestra infancia.
Cuatro nombres, cuatro historias que fueron creciendo y alejándose de mi, como manda la vida, pero que, como los fósiles en carbón, quedaron tallados en mi memoria personal.
Por cierto, que este cuento se lo dedico a mi hermana María y todos los amigos que vinieron después.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y digo yo que porque leñe no te presentas un año de estos al ArtNalón y nos das una alegría. A Telva le encanta el relato.

Anónimo dijo...

Ya lo dijo la comadrona esta neña, guapa,guapa lo que se dice guapa no sera.........pero...... lista???..........LISTISIMAAAAAAAAA
Encima nacio con la vena litetaria muy desarrollada.. fantasia? la justa para ser feliz pero no lo suficiente para dejar de ser logica.
Te quiero por que una guela tuya Una vez afirmo categoricamente.
YES IGUAL QUE TU TIA CONCHI....y digo yo que querria decir?

ajajajajajajaja

Anónimo dijo...

jo, mu guapo el relatín. apoyo la moción de Eli

Anónimo dijo...

Dedicamelu a mi por lo que ye!
despues de tantos años siguientote a tolos laos, distete cuenta que me eches de menos, que lo se yo!!!! además, creo que me merecia aparecer en el relato (en agradecimientos), aunque solo fuese por les hores que os aguanté y lo que sufrí por ser siempre la pequeña!!
(((((aunque yo siempre fui un poco juinuca)))))

besucu de mana