27 de septiembre de 2009

Un buen comienzo



Falda de flores de mil colores, chaqueta azul marino, calcetines blancos de "perlé" y diadema en la cabeza. De esas trazas empecé, a los once años, sexto de EGB en mi nuevo colegio. Con esas pintas de niña inocente, de mano ya os puedo decir que se la estaba metiendo doblada a todos. El engaño duró poco. En el primer recreo, mis compañeros se dieron cuenta de que el aspecto delicado que me envolvía no tenía nada que ver con la "marimacha" que habitaba dentro de mi. Ese día fui la capitana de uno de los equipos de fútbol y primer alumno/a, que se recordara en la breve pero intensa vida del colegio, en meter cuatro goles vistiendo falda de flores de mil colores, chaqueta azul marino y calcetines blancos de "perlé". Ese inicio de curso de 1991 fue, sin dudas, uno de los mejores comienzos de algo de toda mi vida. Sé que es así porque la "marimacha" que aún hoy reside en alguna parte de mi, se emociona cada vez que recuerda el tercer gol.

Los principios de las cosas son importantísimos. Los finales felices tienen más "tronío" en la sociedad actual pero donde esté un buen comienzo que se quite el resto.

Sólo hay una cosa que se le podía reprobar a los inicios cuando te vas haciendo mayor. De adulto, pocas veces te dan la oportunidad de mostrar tu valía a los compañeros y jefes con un balón en los pies.

Las cosas serían distintas si en las entrevistas de trabajo estuvieran presentes Mejuto o Quini en vez de los psicólogos de turno (el gremio va a empezar a odiarme). Pero empezar algo, por baladí que sea, en la edad adulta es un poco más complicado personal, profesional y, cómo no, burocráticamente. ¡Mamina!. ¡La pila de papeles que tuve de paseo entre la oficina de la Seguridad Social, Hacienda y el Servicio de Empleo para conseguir entrar en el régimen laboral de los autónomos!. Como será la cosa que yo no tengo del todo claro si ya soy autónoma o si acabaré en la cárcel por desfalco antes de fin de año. Me empanaré de algo cuando abra la puerta y se me pongan delante dos agentes de la policía judicial para llevarme de frente a la cárcel. ¡Quién sabe!, lo mismo en el patio de la trena hay un balón.

3 comentarios:

Clo dijo...

Jajajajajajajajaja
Qué inocentes tus compas de recreo... :)

Mercè dijo...

Ánimo en este nuevo inicio!! Seguro que también te quedas con todos, te comerás el mundo y marcarás los goles que haga falta: con falda de colores, con papeles de autónoma o con lo que sea.
un beso!!

Alejandro dijo...

A veces, solo a veces, las entradas son importantes y debemos evitar hacerlas a caballo, que Pavís sólo hubo uno y no demasiado bueno.
Bonito blog el tuyo.
os dejo el mío, peor a todos los efectos
http://www.ochobre.blogspot.com/