Que se acaba la obra del Soterramiento de las vías de Feve
en Langreo, que nuestros cielos son los menos contaminados de España, que los
chavales de Felguera Melt vuelven a trabajar en la factoría al pie del Río
Nalón, que los subcontratados de Hunosa entran al tajo en el Pozo Sotón, en
María Luisa, en Carrio…; que las minas dan mucha y buena labor, que el Alto
Nalón se llena de flores y turistas en primavera; que todos los vecinos tienen
un plato de comida que llevarse a la boca; que todos los niños pueden merendar.
Que un juez del Supremo decide que la dación de pago es justa y necesaria, que
en nuestro valle se acabaron los desahucios; que el Centro de Nanotecnología de
San Martín del Rey Aurelio se convierte en un referente mundial; que Alfonso
Zapico dibuja, por fin, el fin de la crisis. Que la próxima semana se abre la
carretera de los túneles, que a los vecinos de Caso les van a hacer caso y
tendrán conexión, en condiciones, hacia Infiesto. Que la embotelladora de agua
de Sobrescobio comienza a exportar un poco de nuestros ríos al mundo entero.
Que en Laviana no dejan de nacer niños y más niñas y tienen que ampliar los
colegios. Que nadie supera los límites de velocidad. Que todos los pueblos de
la comarca tienen luz y agua y ya no hay argayos que amenacen sus despertares.
Que tenemos que clausurar las perreras de la zona porque nadie abandona
mascotas. Que el Langreo Femenino sube de categoría. Que ya no somos los
primeros en la cola del paro. Que una joven doctora del Nalón hace avances
asombrosos en la lucha contra el cáncer. Que seguimos orgullosos de decir que
somos de aquí. ¿Os imagináis que en los
próximos 100 números de La Cuenca del Nalón os podamos contar todo esto (y
mucho más)?.
1 comentario:
Que tu buena pluma convierta tu fantasía en realidad, chavalina y que otras buenas plumas en esa y otras tierras sean capaces también de desear cambios como los que pregonas o parecidos y que, cuando un día, nos despertemos algunos de los que ejercemos de subpajarianos obligados y esté a punto de publicarse el tan citado número 100, lo hagamos en la casina que está al borde del prau de algunas de las aldeínas que, tiempos atrás, tuvimos que dejar con cierto pesar.
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