30 de marzo de 2014
Realidades
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No es que la realidad me haya
estropeado un titular. Es que la realidad me ha estropeado un artículo de 658
palabras que me había quedado redondo. Ya sé, ya sé. Está mal que lo diga yo.
Suena pedante. Pero era verdad. Era. Hasta que dejó de serlo. Y mira que me
alegro de que al final el artículo no se publicara porque la realidad cambiara.
Me alegro porque trataba un tema espinoso que toca de cerca de gente a la que
admiro. Gente de esta cuenca nuestra con una capacidad de trabajo infinita. Gente
que trabajan de sol a sol. Personas que llevan un mes rabiando intentando
comprender cómo es posible que la
cerrazón de un señor casi logre acabar con una cosa bonita. El artículo reunía
ingredientes narrativos de todo tipo: suspense, drama, tragedia y si no fuera
porque no hace ni puñetera gracia, incluso hasta humor. Hablaba de amenazas, de
juegos de poder, de mafiosos de poca monta y de personajillos que se dan golpes
en el pecho por unas siglas sin darse cuenta de que ellos y su ambición, su sed
de mandar y ser obedecidos han llevado a la ruina muchos proyectos y si me da
el punto dramático puede que también a todas estas cuencas mineras. Aquí tenemos
muchas cosas buenas. Tenemos un germen de solidaridad y lucha que otros quisieran para
ellos. Pero también tenemos lacras con nombres y apellidos y una cualidad que los define a la perfección: Adoran ir
de salvapatrias. Os lo digo con la mano en el
corazón: Suerte que cada vez mandan menos. Para artículo la historia no dará, pero para novela no lo descarto... Tendré que
suavizarlo, si no alguno dirá que soy una exagerada.
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