Y la mina se hizo cómic
Alfonso Zapico publica “La balada del norte” su primera
novela gráfica de temática minera ambientada
en la Revolución de Ochobre del 34
(Portada de La Cuenca del Nalón, abril de 2015)
Que el dibujante Alfonso Zapico (Blimea, 1981) tiene muy presente
en sus pensamientos a la cuenca minera en la que nació y creció no es algo que
nos pille de sorpresa. Conocidas, y coreadas, son sus participaciones puntuales
en la prensa asturiana. También aquí, en estas páginas de LA CUENCA DEL NALÓN
gozamos del placer mensual de su trazo mordaz y esa particular visión suya de
ver la realidad de estas comarcas aún viviendo a cientos de kilómetros de
distancia. Concretamente a 730 kilómetros, que es el trayecto que hay desde su
Blimea natal a Angulema, la ciudad francesa (capital europea del cómic) en la
que vive desde hace años. Zapico es muy consciente en su día a día del día a
día de las cuencas, del presente. Ahora, con su último trabajo “La balada del
norte” (Ed. Astiberri) nos demuestra que además en su devenir artístico diario
también tiene en sus pensamientos al pasado de estos valles, y en concreto a la
Revolución de Octubre de 1934. Y así, como sin querer, en algo menos de 230 páginas
en blanco y negro, Zapico vuelve a una Asturias que es la suya porque primero lo fue de sus
antepasados.
En una entrevista publicada en “El Cultural” el pasado 20 de
marzo, el periodista Fernando Díaz de Quijano le pregunta a Alfonso Zapico. “¿Cómo
tuvo la idea de hacer este cómic?”. La respuesta del blimeíno demuestra que “La
balada del norte” es toda una declaración de intenciones: “Hace casi seis años
que vivo en Francia, y cada vez se me hace más difícil pensar en volver a
Asturias. Regreso a ella a través de esta historia y sus personajes. Como la
Asturias en la que yo crecí (una región industrial, de movimientos sociales y
minas de carbón) está a punto de desaparecer, pensé que era interesante
reflexionar sobre todo esto desde una época que ya nos queda lejos, anterior a
la Guerra Civil. Al final, más que
una idea fue una necesidad”, apunta Zapico.
Pero, ¿qué cuenta “La
balada del norte”?. La editorial Astiberri lo resume así: “Madrid,
1933. Tristán Valdivia, periodista sin periódico, editor sin éxito y amante sin
ilusión, abandona la capital para volver al norte. Allí le espera su padre, el
marqués de Montecorvo. Son tiempos difíciles para el país, inmerso en las
convulsiones de la II República, y el viejo aristócrata debe mantenerse a la
cabeza de su feudo particular: la Compañía Minera del Noroeste”.
“De la negrura de los valles mineros de Asturias surgen
personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se
escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan
brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera.
Éste es el sonido de La balada del norte”, explican los responsables de la
editorial de cabecera de Zapico que añaden que el dibujante “recrea con pulso
firme unos tiempos convulsos de grandes desigualdades, donde se sitúa la
gestación de la Revolución asturiana del 34 como telón de fondo”.
No es la primera vez
que Alfonso Zapico lleva la mina al papel a través de sus lápices y su ingenio,
si bien hasta ahora todos los relatos de historias mineras habían sido cuentos
cortos y sobretodo viñetas para prensa escrita. Así que después de viajar a
América para dibujar las peripecias de Vasco Núñez de Balboa; a Dublín,
Trieste, París y Zurich para hablar de la vida de James Joyce -en “Dublinés”,
álbum con el que ganó el Premio Nacional de Cómic en 2012-; y de dibujar Crimea
en “La Guerra del Profesor Vertenev” o Palestina en “Café Budapest”, los
dibujos de este artista blimeíno miran para casa.
Para dibujar y
escribir sobre mina, Zapico se apoyó en el conocimiento del lenguaje minero de
algunos de sus familiares (y aquí hay que mencionar a su tío Gilberto que
aporta un poco –o un mucho- a Apolonio el protagonista “bueno), y también
estudió y analizó los hechos históricos que realmente ocurrieron en aquel mes
otoñal de 1934. Si bien su obra no es un trabajo documental. En la entrevista
de El Cultural antes mencionada, Zapico lo deja bien claro: “He leído mucha documentación,
hay bastante material para elegir, ha pasado mucho tiempo y los historiadores
han puesto luz en un episodio con muchas sombras. Pero el nivel de detalle de
los historiadores es tan alto (con sus anotaciones de fechas, siglas políticas,
nombres y apellidos, lugares y conversaciones) que al final he tenido
que abandonar todo para fabricar mi propio espacio: Montecorvo no existe, aunque es una mezcla de cosas reales.
He querido recrear la Historia y meter en ella a mis personajes, no hacer un
trabajo documental”.
Así que teníamos, y conocíamos, el presente de las cuencas
mineras, el de Alfonso Zapico y ahora también vemos el pasado a través de sus
dibujos. El pasado de la revolución de Ochobre y el de los habitantes de las
comarcas mineras de aquella época que fueron Tristán Valdivia (el hijo de un
adinerado dueño de minas) o que fueron también Apolonio e Isolina y el resto de
personajes “imaginados pero basados en personajes reales” que aparecen en “La
balda del norte”. En el libro también están representados personajes reales como José María
Gil-Robles, ministro de la Guerra del gobierno de Lerroux (1935), y los sindicalistas
Berlarmino Tomás y Ramón González Peña.
El punto de partida de la creación de “La balada del norte”
fue, según el propio Zapico ha contado “las huelgas mineras
de 2012”, una experiencia que al artista le permitió (a él y a muchos de los habitantes de estas
comarcas) abrir los ojos a una realidad, a veces trágica, pero que está clara:
vivimos el fin de una época.
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