Yo ya he hecho varias apuestas defendiendo que lo del vicio nos gusta tanto que repetiremos la cita con las urnas en 2013, con el País Vasco y Galicia. Elecciones hasta el infinito y más allá es una alternativa. La otra es pedir la anexión a cualquiera de estos dos territorios. Si nos hiciéramos vascos Asturias pasaría a ser Azt-ura y David Villa podría jugar en el Athletic de Bilbao. Quedarían flecos como saber qué hacer con Gabino De Lorenzo, pero bueno, ya veríamos. Si nos hiciéramos gallegos fusionaríamos al Deportivo de La Coruña con el Sporting de Gijón para ver si entre los dos equipos formamos uno que valga para Primera. Y con Gabino nada, miramos a ver si le gusta Sanxenxo y ya si eso le damos la alcaldía.
En fin. Yo no quería hablar de política esta semana y aquí me tenéis. Lo que pasa es que eso de ser demócrata, en democracia, se lleva bien hasta que el contrario te empieza a tocar las narices. Todas las conversaciones sobre política de las que he sido testigo en la vida han acabado o a hostia limpia, o con unos morros de aquí a Logroño o con mi tío Mamblé contando su mili en el Hoyo Manzanares -«Mardito joyo»- para destensar el ambiente. Supongo que os habéis dado cuenta, por los carteles que hay por ahí y porque seguro que os encontrásteis a algún candidato en el mercado, que en Asturias tenemos elecciones autonómicas otra vez. Llevamos en campaña un año y eso se nota en que cualquier decisión que tomes en la vida tiene una lectura política. Te gusta un concierto que van a dar en el Niemeyer pero te lo piensas dos veces antes de ir porque dices que si vas igual es que apoyas a unos y si no vas, es que eres claramente de los otros. Y el listado de temas de los que un asturiano de a pie elige no hablar para evitar pugnas es cada vez mayor: Niemeyer, Festival de Cine de Gijón, la RTPA (Sí), el lobo como especie cinegética, los complementos de vestuario de Cherines, los fondos mineros...Ése asturiano de a pie sufridor (y amante de la sidra) ni siquiera puede hablar ya de que en su oficina están cambiando el mobiliario porque seguro que alguien se pone a pensar mal.
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