22 de abril de 2015

Una gorra y el sistema educativo del Primer Mundo





Tras varios requerimientos por parte de profesores y de la dirección que le pidió (bastante más educadamente de lo que respondía él) que se quitara la gorra en clase tal y como obligaban las normas del centro, el adolescente consideró oportundo ir a llorar a sus padres que a su vez consideraron oportuno llamar a la prensa para denunciar que el Instituto Público al que iba su hijo cortaba las alas de su libertad por no dejarle llevar puesta una gorra de beisbol durante las clase.
 "La gorra forma parte de su personalidad", decía el padre dándose golpes en el pecho frente a los micrófonos y las cámaras de televisión.
"Señor, su hijo usa la gorra para calársela hasta los ojos en clase y dormir", le explicaban los docentes.
"La gorra forma parte de la identidad de mi hijo", insistía el padre dando aún más voces y más golpes en el pecho.

(Estupefacta yo asistía al espectáculo y me decía a mi misma "¿de qué identidad hablará, rediós? Si ye de Sama, si tovía fuera una toalla de Hunosa lo que se planta en la cabeza...)

Al final y después de muchas idas y venidas (demasiadas) el niño tuvo que quitarse la gorra para entrar en clarse. Yo siempre creí que fue  una gran suerte para todos que la dirección no se doblegara e ignorara los estúpidos argumentos del padre, la tontería que se traía encima el niño y a nosotros, los medios de comunicación, que nos encargamos de airear la anécdota elevándola a la categoría de "claro caso contra las libertades de los estudiantes". 

Todo este lío para decir que el problema del sistema educativo del Primer Mundo no son los guajes que tienen brotes psicóticos y van con una ballesta a clase. Son los guajes (muchísimos miles más) que tienen brotes de ego, mimos y malcrianza y así se presentan todos los días ante los docentes.

31 de marzo de 2015

El cómic del fin de una era

Y la mina se hizo cómic

Alfonso Zapico publica “La balada del norte” su primera novela gráfica de temática minera ambientada en la Revolución de Ochobre del 34

(Portada de La Cuenca del Nalón, abril de 2015)

Que el dibujante Alfonso Zapico (Blimea, 1981) tiene muy presente en sus pensamientos a la cuenca minera en la que nació y creció no es algo que nos pille de sorpresa. Conocidas, y coreadas, son sus participaciones puntuales en la prensa asturiana. También aquí, en estas páginas de LA CUENCA DEL NALÓN gozamos del placer mensual de su trazo mordaz y esa particular visión suya de ver la realidad de estas comarcas aún viviendo a cientos de kilómetros de distancia. Concretamente a 730 kilómetros, que es el trayecto que hay desde su Blimea natal a Angulema, la ciudad francesa (capital europea del cómic) en la que vive desde hace años. Zapico es muy consciente en su día a día del día a día de las cuencas, del presente. Ahora, con su último trabajo “La balada del norte” (Ed. Astiberri) nos demuestra que además en su devenir artístico diario también tiene en sus pensamientos al pasado de estos valles, y en concreto a la Revolución de Octubre de 1934. Y así, como sin querer, en algo menos de 230 páginas en blanco y negro, Zapico vuelve a una Asturias que es la suya porque primero lo fue de sus antepasados.
En una entrevista publicada en “El Cultural” el pasado 20 de marzo, el periodista Fernando Díaz de Quijano le pregunta a Alfonso Zapico. “¿Cómo tuvo la idea de hacer este cómic?”. La respuesta del blimeíno demuestra que “La balada del norte” es toda una declaración de intenciones: “Hace casi seis años que vivo en Francia, y cada vez se me hace más difícil pensar en volver a Asturias. Regreso a ella a través de esta historia y sus personajes. Como la Asturias en la que yo crecí (una región industrial, de movimientos sociales y minas de carbón) está a punto de desaparecer, pensé que era interesante reflexionar sobre todo esto desde una época que ya nos queda lejos, anterior a la Guerra Civil. Al final, más que una idea fue una necesidad”, apunta Zapico.
Pero, ¿qué cuenta “La balada del norte”?. La editorial Astiberri lo resume así: “Madrid, 1933. Tristán Valdivia, periodista sin periódico, editor sin éxito y amante sin ilusión, abandona la capital para volver al norte. Allí le espera su padre, el marqués de Montecorvo. Son tiempos difíciles para el país, inmerso en las convulsiones de la II República, y el viejo aristócrata debe mantenerse a la cabeza de su feudo particular: la Compañía Minera del Noroeste”.
“De la negrura de los valles mineros de Asturias surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de La balada del norte”, explican los responsables de la editorial de cabecera de Zapico que añaden que el dibujante “recrea con pulso firme unos tiempos convulsos de grandes desigualdades, donde se sitúa la gestación de la Revolución asturiana del 34 como telón de fondo”.
No es la primera vez que Alfonso Zapico lleva la mina al papel a través de sus lápices y su ingenio, si bien hasta ahora todos los relatos de historias mineras habían sido cuentos cortos y sobretodo viñetas para prensa escrita. Así que después de viajar a América para dibujar las peripecias de Vasco Núñez de Balboa; a Dublín, Trieste, París y Zurich para hablar de la vida de James Joyce -en “Dublinés”, álbum con el que ganó el Premio Nacional de Cómic en 2012-; y de dibujar Crimea en “La Guerra del Profesor Vertenev” o Palestina en “Café Budapest”, los dibujos de este artista blimeíno miran para casa.
Para dibujar y escribir sobre mina, Zapico se apoyó en el conocimiento del lenguaje minero de algunos de sus familiares (y aquí hay que mencionar a su tío Gilberto que aporta un poco –o un mucho- a Apolonio el protagonista “bueno), y también estudió y analizó los hechos históricos que realmente ocurrieron en aquel mes otoñal de 1934. Si bien su obra no es un trabajo documental. En la entrevista de El Cultural antes mencionada, Zapico lo deja bien claro: “He leído mucha documentación, hay bastante material para elegir, ha pasado mucho tiempo y los historiadores han puesto luz en un episodio con muchas sombras. Pero el nivel de detalle de los historiadores es tan alto (con sus anotaciones de fechas, siglas políticas, nombres y apellidos, lugares y conversaciones) que al final he tenido que abandonar todo para fabricar mi propio espacio: Montecorvo no existe, aunque es una mezcla de cosas reales. He querido recrear la Historia y meter en ella a mis personajes, no hacer un trabajo documental”.
Así que teníamos, y conocíamos, el presente de las cuencas mineras, el de Alfonso Zapico y ahora también vemos el pasado a través de sus dibujos. El pasado de la revolución de Ochobre y el de los habitantes de las comarcas mineras de aquella época que fueron Tristán Valdivia (el hijo de un adinerado dueño de minas) o que fueron también Apolonio e Isolina y el resto de personajes “imaginados pero basados en personajes reales” que aparecen en “La balda del norte”. En el libro también están representados personajes reales como José María Gil-Robles, ministro de la Guerra del gobierno de Lerroux (1935), y los sindicalistas Berlarmino Tomás y Ramón González Peña.
El punto de partida de la creación de “La balada del norte” fue, según el propio Zapico ha contado “las huelgas mineras de 2012”, una experiencia que al artista le permitió (a él y a muchos de los habitantes de estas comarcas) abrir los ojos a una realidad, a veces trágica, pero que está clara: vivimos el fin de una época.





17 de marzo de 2015

Empezar




"Ahí vive Matilde, la viuda, es buena gente, un poco cotilla pero puedes contar con ella para lo que quieras cuando yo no esté. No sabe leer así que tendrás que bajar de vez en cuando a leerle las cartas de su hermano, que se las manda de Buenos Aires. Léelas primero tú y bueno, ya sabes, se lo pones todo guapo que bastante tiene la pobre...". Mi tía Joaquina daba vueltas sobre sí misma en medio del patio de luces señalando ventanas. "Ahí está el despacho de Don Faustino, el practicante. A veces se queda hasta tarde, verás la luz encendida. Él te puede dejar algún libro, pero no te emociones, casi toda su biblioteca, por no decir toda, es de botánica". Alzó la mirada y al mismo tiempo la mano derecha apuntando a un ventanuco: "Y allí.... Allí viven Laura y su hijo, Elías". Suspiró. Me miró con unos ojos muy tristes, unos ojos que yo solo le había visto otra vez a mi tía. Fue dos meses antes cuando llegó al pueblo acompañando al féretro de su marido, el tío Juan Pedro, el maestro del pueblo al que yo llegaba ahora a sustituir. "A Laura y a Elías me los cuidas mucho. Te los encargo como si fueran algo mío. No tienen a nadie. Me tienen a mi, y ahora te tienen a ti. Yo te pasaré algo de dinero de vez en cuando para que les compres ropa..". Vi como la tía Joaquina miraba de reojo a una ventana entreabierta. Dentro se oía silbar a un hombre, me parecía conocer la canción. No me hizo falta preguntar, supe que era “La Internacional” y me dio una sensación rara, entre miedo y ganas de reír.
"¿Y ahí quién vive, tía Joaquina?"
Puso lo ojos en blanco, igual que hacía mi madre.
"¿Ahí? Pronto lo sabrás, para mi desgracia".
Dos segundos después la ventana se abrió y conocí a Armando, maquinista del Pozu La Encarná. Y un poco después también conocí su sonrisa y sus manos y su boca y esa manera suya de sentarse como si fuera un aristócrata que me fascinaba.

1 de marzo de 2015

Yo soy "pringadácrata", ¿y tú?




Siempre que se acerca una cita electoral me planteo la posibilidad de presentarme candidata a la alcaldía de lo mío. Sí, ya lo sé. Es muy friki. ¡Qué queréis! hay gente que sueña con entrar en Gran Hermano, otros con ingresar en la RAE y yo sueño con mandar. 
Con la mano en el corazón os digo que lo único que me echa para atrás para no concurrir a los comicios es la posibilidad de perder. No el hecho de que crea que no vaya a saber gobernar, que me vaya a quedar grande el puesto o que la política sea aburrida. No, no, no. Yo lo que temo es no ganar por una mayoría absolutísima y tener que aguantar a la oposición todo el día con el ñiñiñi en la boca. Que la gente cuando pierde unos comicios en las urnas se ponen intensitos y les da por enfocar su ira en el vencedor. Ya ves tú. Yo quiero levantarme por la mañana y decir “quítame esa rotonda que me está poniendo mala”, “hoy hace sol, no se trabaja” y que nadie pueda decir ni mú. ¡Ojo! Que yo no digo que para vosotros el régimen aitanista vaya a ser el mejor del mundo, no. Pero yo disfrutaría como una guaja. Las cosas como son.
Hace años que digo que no soy demócrata. Me di cuenta porque no soy capaz de respetar todas las opiniones que se me plantean en este mundo.  Me pongo mala, como con la rotonda. Y así se lo dije el otro día a mi vecino Fonso en el ascensor:
-No soy demócrata, Fonso.
-Teniendo en cuenta que las últimas elecciones que ganaste fueron las de delegada de clase en Quinto de EGB normal que no seas demócrata. Eres “pringádacrata”. Confórmate.
-Touché.
Fonso, que tiene un periquito que se llama “Vidal-Quadras” (me parece importante que sepáis este dato) tiene toda la razón. He decidido tomar cartas en el asunto y democratizarme y mineralizarme. Cuando finalice este proceso, que puede durar de dos meses a otros 34 años, igual fundo un partido. El nombre de esta nueva alternativa política es lo único que tengo claro. Se llamará “Jodemos” y así que nadie se eche las manos a la cabeza. Con la verdad por delante, aunque duela.

1 de diciembre de 2014

Be esponjosos, my friends



La esponjosidad está infravalorada en esta vida. Todo iría mucho mejor si fuéramos mas esponjosos. El mundo tiene muchas aristas y ahí está el problema. Una se levanta por la mañana, enciende la radio y todo son filos y cortantes. Noticias que de alguna u otra manera acuchillan el alma. Pero es que sale a la calle y tal cual, o lee las redes sociales y tres cuartos de lo mismo, las opiniones viajan entre la bilis y las heces de unos hacia otros. Arista, arista, arista. Qué las hay que ir esquivando como si fuera una Paquito Fernandez Ochoa bajando una ladera a modo slalom y de medalla de bronce. No es plan. Tengo una amiga que ante la mirada atónita y desconcertada de sus hijos siempre dice: "no discutáis, ninios (lo dice así), quiero un hogar esponjoso". Y los ninios se callan, atienden y entienden porque se les ha inculcado que la esponjosidad es algo necesario en la vida. Lo piensas y es así, mucho mejor enseñar a los ninios la esponjosidad que la buena educación en la mesa (aunque ésta nunca está de mas). 
La esponjosidad hay que buscarla principalmente en tres niveles: el hogar, las relaciones de amistad y, lo más complicado, el trabajo de cada uno si es que tiene la suerte de tenerlo. Los dos primeros niveles son complicados pero como hay confianza puedes hasta imponer la esponjosidad a voces, que es un poco contradictorio pero todos sabemos que hay ciertas parejas sentimentales, hijos adolescentes, cuñados sabelotodos y hermanos cojoneros que solo entienden las cosas a voces. Y el fin esponjoso justifica los medios.
Lo de alcanzar el grado master de esponjosidad en el curro ya es profesional. De hecho no conozco a nadie que lo haya conseguido en su plenitud. Es como el nivel 130 del Candy Crush. Solo reservado a una élite. Y yo, viendo la bilis que suelto algunas mañanas, no estoy en ella. 
Ya sabéis: be esponjosos, my friends.
 
 

19 de agosto de 2014

A la gueta del carbón

Taba apañando castañes y tropezó. Cayó per un desnivel curiosu y llegó a un trozu bosque que ni conocía. Cagose en dios. Empezó a esguilar monte arriba. Garrábase a lo que podía. Tenía les manos tarazaes y taba oscurono pero no lo suficiente como pa nun dase cuenta de lo que tenía delantre. Volvió a cagase en dios. Aquel cachu monte que tantes veces había paseao de guaje yera en realidá una veta carbón. Bueno, pa ser exactos yeren tres vetes de carbón bien relucientes, anchones y llargues.
Volvió al día siguiente y al otru y al otru. Empezó a cestaos, carretillaos, tractoraos. Al final animose y pidioi a Juacu la carroceta. Juacu nun quiso saber nada de aquellos "tejemanejes" que se traía Fonso tou el día desaparecíu. Fonso agradeció que no-i pidiera explicaciones y fue apuntándolo tó en una libretuca roxa que compró en Ablaña.
Según les sus cuentes en los siguientes años sacó de aquella ladera un total de 857 tonelaes de carbón (más o menos lo mismo que 857 vagonetes).
Y en tou esi tiempu, confesoilo después al ingeniero repeinaducu de Hunosa, la única preocupación que tenía yera:
-Nun calar a Nicolasa.

8 de agosto de 2014

Ignacio, Guido y la memoria

"...si lapidando al poeta, se cree matar la memoria, que más le queda a esta tierra, que va perdiendo su historia..." Ignacio Hurbán, director de la Escuela de Música de Olavarría (Argentina), escribió esta canción mucho antes de saber que en realidad su madre, su verdadera madre, la que le parió con la cabeza tapada y atada a una camilla, le había llamado Guido. "Guido como su padre", se la oyó musitar en su celda durante las breves cinco horas en que pudo tener al bebé en brazos. 
Quisieron lapidar al poeta, a la madre y al niño pero no pudieron. 37 años después sabemos que quisieron, pero no pudieron. 
Guido es el nieto perdido y reencontrado de Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Guido también es esa noticia que una lee con un nudo en la garganta de emoción en este mes de agosto de 2014 en el que todo lo demás son nudos en la garganta de angustia e impotencia. 
¡Buen viernes!



3 de junio de 2014

Cruzar fronteras




Cruzamos la frontera con Arias-Cañete soltando un mitin en la radio. Para, para, para. Da marcha atrás. No podemos dejar España así. ¿Y qué quieres que haga?. Pon Radio 3. Una modernez. Mucho mejor. Escuchamos la canción entera y arrancamos.
Ahora si. Pasan los kilómetros y la emisora continúa. Se escucha nítida aunque cada vez estemos más lejos. En el coche apenas se habla. Hace sol y viento. Se suceden los pueblos, las casas pequeñas, los peajes, las risas, las canciones. De vez en cuando vemos a alguien trabajar serenamente en una huerta. Pues se ve que esto es Europa. Nadie, nunca, nos la muestra así. Como lo que realmente es, una sucesión de tierra a veces verde, a veces amarilla, a veces negra, y que acoge a millones de personas cuya mayor diferencia es que hablamos distintos idiomas. Pero eso desde el coche no se ve ni se siente. Todo parece lo mismo. Todos parecemos los mismos.
Sabemos que no estamos en España porque hemos pasado entre unas casetas que algún día fueron aduanas o puestos fronterizos, que algún día fueron límite. Si no fuera por eso no habríamos sabido discernir si estamos en otro país o aún es España la que soporta nuestro peso.
Viajar es la forma que tengo de coger aire. Viajar en primavera, antes de que el verano llegue con sus fiestas, sus ausencias, sus multitudes y sus calores es, desde hace años, la mejor de las terapias anti estrés. Viajar, y cruzar fronteras, facilita una sana desconexión. Te permite ver desde fuera, incluso valorar, las pulsiones que nos acompañan en el día a día, los egos, las gilipolleces y también las cosas (la gente) que realmente valen la pena...
A veces hay que marchar, aunque solo sea unos días, para echar en falta la cotidianidad.
Y eso que ya sabes de antemano que al final -porque siempre te pasa lo mismo- lo que más vas a terminar añorando será el viaje.
De repente la radio se va, y suena una canción muy tierna, hacemos esfuerzos por entender al locutor. Ahora si, estamos fuera. Volveremos.
(Y volvimos).

17 de mayo de 2014
En ruta










1 de mayo de 2014

¿A qué hora sale? (Un añu después)

Fae un añu nun tenía ni idea de lo que era un VTR o una escaleta. Nun sabía que podía hablar tan fino delante de un micrófono ni que 30 segundos puen ser a la vez un instante y una eternidad. Fae un añu nun me importaba, en exceso, que la cobertura de los datos móviles fuera débil; pensaba que Premier yera la liga inglesa y creía que ya lo había visto todo en esta profesión. Pero no. Fae un añu comencé a aprender que me faltaba conocer a unos cuantos compañeros fuinucos y a unos muchos maravillosos.
El Primero de Mayo de 2013 cumplió con su esencia y me dio trabajo, mucho. A veces frustrante y a veces gracioso, bonito, emocionante, sobretodo caleyeru (me sigue dando). Fue un añu duru y excitante. Necesité y tuve palmadas de aliento. Necesité y tuve silencios cómplices con mi indignación. Necesité y tuve regañinas con cariño. Y a lo mejor no necesité pero desde luego tuve alguna bronca de las de órdago. No sé si necesitaba amigos pero en estos 12 meses han salido proyectos de amistad que parece que estuvieran esperando a la puerta para entrar. Lo que seguro, seguro que tuve, en este año, fueron compañeros cámaras fantásticos a mi lado, muchas horas, demasiadas. Algunos se fueron porque quisieron y otros no (Jorge, un beso). Y también, por supuestísimo, en este primer año televisivo, tuve a todos los demás, todos esos que estáis en mi pensamiento mientras escribo estas líneas. Vosotros ya sabéis quiénes sois: Muchas gracias, muchos años más.


PD: Fae un añu tampoco sabía que los asturianos de más de 70 años son capaces de preguntar "¿A qué hora sale?" y "¿Pa qué periódicu ye?" más de 20 veces en dos minutos a gente que porta una cámara de televisión de 9 kilos. Y que esos mismos asturianos son incapaces de decir "TPA": "¿Y esto qué ye pa la PPA?".

27 de abril de 2014

La casa de Eulalia



Eulalia tiene la casa con mejores vistas de todo Langreo. Y lo sabe. Presume de ello con una sonrisa cuando alguien se lo dice. Se lo dicen siempre. “Lali, fia, tienes les mejores vistes de todo Langreo”. Sonríe y asiente. Pone una mano en la oreja. “Y por el verano, si estás en silencio, escuchas la megafonía de Salvamento de Gijón. Es como si estuvieras en la playa”, dice Eulalia mientras se seca las manos con el mandil. En casa ha habido matanza y toca recoger. Tarda poco en ofrecer picadillo casero.
-¿Pero cómo la playa, Lali, si tas a 30 kilómetros?
-Que sí, que sí, la playa de San Lorenzo, óyese el anunciu de les marees y les banderes. Óyese todo. Cuando los temporales de diciembre, parecía que nos caía una ola encima.
-¡Qué exagerá fuiste toa la vida, Lali!
Exageración o no lo cierto es que desde casa de Eulalia, si el viento tira ligero del Nordeste y hace esa luz de tarde de verano se escucha perfectamente la megafonía de la playa de San Lorenzo. Se escucha nítida y el viento huele a calor, aunque ya sea finales de agosto y se necesite una chaqueta para los hombros.
Respirar, mirar un horizonte y sentirse bien. Es algo que debería hacerse más a menudo. Respirar y sentirse bien, y escuchar los murmullos que nos rodean. Lali siente la megafonía de la playa pero su hermana Antonia solo distingue el sonido del panadero antes de que llegue a la tercera curva de abajo. “Eso son lo menos cinco kilómetros”, se apresura a confirmar con mirada orgullosa. Antonia recoge y friega los aperos de matanza con destreza. Tarda poco en ofrecer un filete con patatas. Y tu estás allí y te apetece quedarte para toda la vida.

13 de abril de 2014

Recuerdos y no recuerdos (75 años y 50 días después)

Aquel hombre obligó al niño Fernando a mirar a su izquierda de un manotazo suave en la mejilla. El miró y junto al muro -según entras por la puerta del cementerio- vio amontonados varios cuerpos. No recuerda haber visto ninguna cara. No recuerda el número de hombres que allí yacían. No recuerda lo que durante mucho tiempo si recordó: el silencio solo roto por el taconeo de aquel hombre y su voz aguardentosa. Lo que no ha podido olvidar en 75 años y 50 días es la imagen de unas botas negras que se adivinaban bajo la montonera de muertos y que él conocía muy bien porque muchos domingos había sido el encargado de dejárselas impolutas a su tío, el hermano pequeño de su madre. Nunca se atrevió a decírselo a ella.

8 de abril de 2014

Cuando nos volvimos "pastelosos"

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“Seguro que crees que estamos locos”, me dijo Adrián justo antes de empezar a relatarme la idea que él y Graciela querían poner en marcha en Langreo. Escuché atentamente y la verdad, a mi no me sonó a locura. Todo lo contrario, me pareció valiente, muy valiente, porque la historia que Adrián me iba hilvanando entre sonrisas esperanzadoras era una historia de esas que nacen gracias a que el que la protagoniza hace caso solamente a las ganas que tiene de poner en marcha cosas bonitas sin escuchar a los pájaros de mal agüero que solo saben decirte que todo es negro o todo es blanco o todo es de una gama muy amplia de tristes grises donde no cabe la alegría. Así que su bendita locura y hasta el nombre que le pusieron “En tonos pastel” suena a lo que realmente es: Una bocanada de aire limpio y fresco. Como si siempre fuera primavera aunque en la calle esté nevando y el mundo es verdad que muchas veces es blanco y negro o, como mucho, de una gama de tristes grises.
De esto, del origen de “En tonos pastel” hace ya dos años. Dos años cargados de ideas que Adrián y Graciela han sabido trasladar como nadie a sus fantásticos escaparates (siempre marcando tendencia decorativa) y que ya son una parada obligada para los paseantes de Langreo y Mieres (sí, porque en este periplo de dos años hubo tiempo para “parir” otro “niño pastel” mierense). Hay algo que siempre consiguen los escaparates de “En tonos pastel” y es sacar una sonrisa al que los observa y los disfruta. (Y al hablar de los escaparates de En Tonos Pastel no podemos olvidar al ingenio del genio Emilio Paniceres).
 La cabeza siempre activa de estos Adrián y Graciela –insultantemente jóvenes- también ha logrado entrar hasta el fondo de otras cabezas, las de sus clientas (en femenino porque son las que más) enseñándonos la amplia paleta de colores (no siempre pastel) que se pueden encontrar en un jersey, en un abrigo o en unos zapatos. Y en todo, siempre, las redes sociales. Internet. Instagram, Facebook, Twitter…herramientas que consiguen que los fantásticos escaparates de los que antes hablábamos no solo se puedan disfrutar cuando una pasea por la calle Alférez Argüelles de La Felguera o calle La Vega de Mieres. En un solo click las novedades pastel, la moda pastel, las ideas, las esperanzas, los colores, y muchas más ideas y esperanzas y colores se pueden ver, se pueden comprar, en cualquier sitio del mundo (tienda on-line –el tercer “hijo”- mediante).
Dos años ya y no, no parece que fuera ayer. En realidad parece que llevan ahí toda la vida mimando nuestros gustos, trayéndonos a las cuencas mineras una moda que antes ni siquiera podíamos soñar con encontrar por aquí y siendo esa clase de tiendas donde vas a comprar una cosa y posiblemente salgas con dos o vas a comprar un regalo y el envoltorio, ¡ay el envoltorio!, es que te da pena hasta abrirlo. Sí, tal parece que llevan ahí toda la vida pero en realidad es que llevábamos toda la vida esperándolos.



¿No es para comérselos como si fueran pasteles?.

30 de marzo de 2014

Realidades

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No es que la realidad me haya estropeado un titular. Es que la realidad me ha estropeado un artículo de 658 palabras que me había quedado redondo. Ya sé, ya sé. Está mal que lo diga yo. Suena pedante. Pero era verdad. Era. Hasta que dejó de serlo. Y mira que me alegro de que al final el artículo no se publicara porque la realidad cambiara. Me alegro porque trataba un tema espinoso que toca de cerca de gente a la que admiro. Gente de esta cuenca nuestra con una capacidad de trabajo infinita. Gente que trabajan de sol a sol. Personas que llevan un mes rabiando intentando comprender  cómo es posible que la cerrazón de un señor casi logre acabar con una cosa bonita. El artículo reunía ingredientes narrativos de todo tipo: suspense, drama, tragedia y si no fuera porque no hace ni puñetera gracia, incluso hasta humor. Hablaba de amenazas, de juegos de poder, de mafiosos de poca monta y de personajillos que se dan golpes en el pecho por unas siglas sin darse cuenta de que ellos y su ambición, su sed de mandar y ser obedecidos han llevado a la ruina muchos proyectos y si me da el punto dramático puede que también a todas estas cuencas mineras. Aquí tenemos muchas cosas buenas. Tenemos un germen de solidaridad y lucha que otros quisieran para ellos. Pero también tenemos lacras con nombres y apellidos y una cualidad que los define a la perfección: Adoran ir de salvapatrias. Os lo digo con la mano en el corazón: Suerte que cada vez mandan menos. Para artículo la historia no dará, pero para novela no lo descarto... Tendré que suavizarlo, si no alguno dirá que soy una exagerada.