28 de octubre de 2010

Noticias frescas


Cuando voy de viaje al extranjero encomiendo dos cosas a familia y amigos. Primera, que me rieguen las plantas y el roble de la terraza. (Sí, tengo un roble en una maceta, es una historia larga y otoñal); y segunda: que me mantengan informada de si ocurre algo importante en este nuestro país. Salvo algún apoyo logístico puntual en cierto viaje excesivamente largo, la verdad es que la flora de este nuestro piso se las ha tenido que apañar sola la mayoría de las ocasiones. A fuerza de sufrir tardes estivales (cuando no semanas) de sequía, sin una regadera solidaria que viniera a calmar la sed, nuestra vegetación, y especialmente el roble, se han convertido en organismos de una especie superior a la media. Al roble no se le caen las hojas desde hace tres otoños. No saben en la NASA todo lo que ocurre en esta nuestra terraza.
En la NASA no, pero cerca, me encontraba hace ahora un año cuando mi progenitora decidió que había ocurrido algo lo suficientemente importante en España como para informarme del hecho. Llevaba seis días sin saber de mi madre, ni ella de mi, cuando me sonó un mensaje en el móvil que procedo a transcribir: "El Sporting empató contra el Madrid. En el Molinón. Besos". Ese es el tipo de mensajes que me gusta recibir cuando estoy en el extranjero. Información de primera mano, de primera plana y a poder ser positiva.
Por eso yo, cuando tengo algún amigo o familiar de viaje también aporto mi granito de arena al desconocimiento que tiene el viajero de lo que ocurre en esta nuestra madre patria porque está fuera de ella. Los últimos sms que envié fuera de las fronteras españolas datan de hace tan solo unas horas y decían así: "ZP nombró ministra de Asuntos Exteriores a Trini. Ten cuidao" y "El Alcalde de Valladolid llamó morritos a Pajín (q x cierto ye ministra de Sanidad). Ten cuidao". Ya sé, ya. De mano parece que estar de retiro espiritual en Nepal y recibir semejante información daña el karma. Pero nada más lejos de la realidad. Mi amiga, la receptora de los susodichos mensajes, me confesó que gracias a ellos se convirtió, por una mañana, en la reina de la información en tierras nepalíes, una especie de Ana Rosa Quintana del sentimiento "ommm" que, por ciento, me respondió con otro sms que decía: "Gracias, pero ¿cómo quedó el Sporting?".