8 de septiembre de 2015

"Deja el arbitraje y métete a puta"

"Deja el arbitraje y métete a puta" algo así le dijo un hombre a Zaira Morales, de 14 años, en el campo de fútbol del Gijón Industrial. Fue al final de la temporada mientras ella arbitraba un partido de alevines. Ahora Zaira dice que lo quiere dejar, que a ella le gusta mucho pitar pero no pasarlo mal en los campos, y que se va. Comprensible. 
Yo le digo a Zaira que no lo deje. Que si es su pasión, que siga hasta el infinito y más allá. Porque nos tiene a su lado. 
Y le digo al energúmeno que le gritó la horrenda frase en el campo del Gijón Industrial, en un partido de alevines, que muchas gracias. Muchísimas gracias por darnos un toque de atención. Porque esto nos sirve, y no solo a las mujeres, también a los hombres que aborrecen gestos y palabras de ese estilo, para alertarnos, a todos, de que queda todo por hacer en esta sociedad. 
#ánimoZaira

2 de septiembre de 2015

1995-2015 Nicolasa, 20 años después


"Nunca me despierto temprano y ese día a las siete de la mañana me desperté. A mi no me llegaron a llamar de la empresa. Me llamó una vecina primero. ´Vete pal Pozu que pasó algo´. Desperté al mi fiu, que aquel día, justo, taba en casa. Dijei: ´Despierta vida, que algo pasó en Nicolasa´. Y garramos un taxi. El taxista llevaba la radio puesta y en les noticies decíen que yera muy grave. A la puerta del pozu me encontré al mi cuñau: ´No te preocupes, ta bien, que me lo diz tol mundo´. Y entramos a ver a Luis, el graduado. Que nos dijo: ´Sentaivos... ta muertu´. El mi cuñau decía: ´No, Luis, me dicen que no, que ta vivu´. Luis nos miraba a los tres, al mi cuñau, al mi fiu, y a mi: ´Bueno... no sé...´. Yo repetia-i al mi cuñau: ´Si son los sus chavales, él taba allí. No los dejaba solos. Si son ellos, él taba allí´. Estaba sentada enfrente de Luis que tenía un folio en la mesa. El mi fiu le dio la vuelta a la hoja y vio el nombre de su padre en la lista. Junto al nombre traía una palabra "Muerto". No sé el tiempo que estuve allí sentada sin poder levantarme (....) No sé si me creerás Aitana, pero desde entonces hay muchos días que, sin sentíu, me despierto a las siete de la mañana".
Le dije que la creía y no pude decirle mucho más. El lunes ella, y su hijo, irán a la plaza del Pozu Nicolasa al homenaje que han preparado por el aniversario del accidente más grave de la minería asturiana de los últimos 70 años. El lunes hará exactamente 20 años -menos un día- que ella no pisa la plaza del Pozu Nicolasa. "Hay veces que pienso que pasó una vida, y hay otras que siento que fue ayer mismo".

Me dijo que iba a ir a Nicolasa por el su hombre, por los otros 13 que fallecieron aquel 31 de agosto de 1995 y por todos los mineros que murieron en accidente de trabajo. No quier salir en la tele. "¿Pero un besu dejarasme date, no?", le pregunté. "Y dos también, ne", sonrió, yo sé que esti tipo de muyeres siempre sonríen cuando dicen estes coses.

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"-Te está sonando el teléfono -le digo tendiéndole el bolso que yo le aguantaba durante la entrevista.
Y a ella no le hace falta mirar ni la hora ni el móvil para saber que son las dos y que el que llama es su hermano pequeño.
"Siempre llama cuando sabe que sale mi relevo". Sonríe.
Tamara Espeso tenía 15 años cuando su padre, Luis Antonio Espeso "Zape", murió en el accidente del Pozu Nicolasa del 31 de agosto de 1995. Aquel día no sonó el teléfono en casa porque estaban de mudanza y no tenían. Al principio el retraso del padre no les pareció extraño. "Estará con los amigos", decía la madre. Pero después...
El teléfono si sonó en casa de Tamara tres años más tarde. Como huérfana de minero y a punto de cumplir la mayoría de edad tenía derecho a entrar a trabajar en Hunosa. Y entró. "Mi madre y yo hablábamos de a dónde me mandarían. Hunosa tenía talleres, economatos... Hasta que un día me dijeron: Tienes que venir a hacer análisis. ¿Análisis pa qué?. ¿Cómo pa qué?... vas a entrar a la mina". Y entró. Y poco tiempo después, como ayudante minera, le tocó pasar por la capa octava, entre las galerías cuarta y quinta, del pozo San Nicolás a 400 metros bajo tierra. "La cabeza quiere saber y yo a los mineros con los que trabajo se lo pregunté todo. Todo".
Tras 16 años en la mina, que se dice pronto, esta mujer, pequeña morena y con sonrisa en los ojos, habla con firmeza aunque a veces se le cae una lagrimota del ojo izquierdo.
"¿El homenaje?. Te voy a contestar de dos maneras: como hija y como compañera. Como hija te digo que todo acto en honor a mi padre me parece bien, porque él se lo merecía. Como compañera creo todos los mineros fallecidos en accidente de trabajo se merecen honores. ¿O es que si mueres tu solo en la mina vales menos que si mueres con otros 13?".
*Tamara Espeso tiene 35 años. Los mismos que su padre cuando murió. El lunes va a ir al acto de Nicolasa con su marido, minero en el Pozu María Luisa, su madre, que hace 20 años que no pisa Ablaña y su hermano pequeño, que siempre la llama cuando sabe que sale su relevo.
**La foto es de Nacho Orejas, se publicó en la primera página de La Nueva España el 1 de septiembre de 1995. Era viernes. Compartió portada con una noticia sobre la guerra de Bosnia"



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