25 de junio de 2009

De boda y yo con estos pelos


Paulo y Soraya se dieron el sí quiero, fuimos testigos de ello, lo pasamos genial. En estos momentos, los novios, se encuentran en Ibiza y los odiamos un poco. Lo que popularmente se conoce en España como "envidia cochina".

22 de junio de 2009

"Nos vamos de vacaciones"


El último día de las clases, nuestros padres nos recogían a la puerta del colegio y nos mandaban a comer a casa de la abuela, lugar que ya no abandonaríamos en los siguientes tres meses. Al principio, la vuelta a casa no se producía hasta justo el día antes de que arrancaran las clases. El retorno a la civilización se hacía tan duro que las dos precisamos de asistencia psicológica para poder enfrentar, en perfectas condiciones psicomotrices, la recuperación de los horarios y las obligaciones y el abandono del salvajismo que tan bien nos había sentado. Fue el propio psicólogo infantil el que recomendó a nuestros progenitores, tras ver cómo mi hermana y yo nos subíamos a su mesa para colgarnos de la lámpara, que procuraran traernos a casa una semana antes del colegio, para ir adaptándonos a la situación. Eran siete días infernales de llantos, recuerdos y saltos hacia las lámparas. Atrás habían quedado las horas en el río, las bolsas de pipas, las fiestas, los amigos estivales llegados de medio mundo. En esta lista de cosas buenas del verano iba a incluir el sol, pero partiendo de la base de que la casa de mi abuela está en Llanes y que allí como le de un verano por orbayar no para hasta diciembre, vamos a obviarlo. El final del verano estaba lleno de emociones (¿quién no lloró escuchando la canción del mismo nombre), de promesas (“juro que te voy a escribir todos los días”), de bronceado (si se dejaba el tiempo), y de memoria. La misma que recordarán en secreto, dentro de mucho tiempo, mis vecinos Samuel y Ángel, dos hermanos pecosos y alegres de once y ocho años que ayer me encontré en la calle. Con una maleta al hombro, que ya no era “la de los libros”, y una sonrisa indescriptible los dos me dijeron al unísono “nos vamos de vacaciones”. Les devolví una sonrisa llena de melancolía. ¡Quién pudiera cambiarse por ellos!... y volver a aquel pueblo, a las bolsas de pipas en las escuelas, a los amigos llegados de todo el mundo...