1 de diciembre de 2014

Be esponjosos, my friends



La esponjosidad está infravalorada en esta vida. Todo iría mucho mejor si fuéramos mas esponjosos. El mundo tiene muchas aristas y ahí está el problema. Una se levanta por la mañana, enciende la radio y todo son filos y cortantes. Noticias que de alguna u otra manera acuchillan el alma. Pero es que sale a la calle y tal cual, o lee las redes sociales y tres cuartos de lo mismo, las opiniones viajan entre la bilis y las heces de unos hacia otros. Arista, arista, arista. Qué las hay que ir esquivando como si fuera una Paquito Fernandez Ochoa bajando una ladera a modo slalom y de medalla de bronce. No es plan. Tengo una amiga que ante la mirada atónita y desconcertada de sus hijos siempre dice: "no discutáis, ninios (lo dice así), quiero un hogar esponjoso". Y los ninios se callan, atienden y entienden porque se les ha inculcado que la esponjosidad es algo necesario en la vida. Lo piensas y es así, mucho mejor enseñar a los ninios la esponjosidad que la buena educación en la mesa (aunque ésta nunca está de mas). 
La esponjosidad hay que buscarla principalmente en tres niveles: el hogar, las relaciones de amistad y, lo más complicado, el trabajo de cada uno si es que tiene la suerte de tenerlo. Los dos primeros niveles son complicados pero como hay confianza puedes hasta imponer la esponjosidad a voces, que es un poco contradictorio pero todos sabemos que hay ciertas parejas sentimentales, hijos adolescentes, cuñados sabelotodos y hermanos cojoneros que solo entienden las cosas a voces. Y el fin esponjoso justifica los medios.
Lo de alcanzar el grado master de esponjosidad en el curro ya es profesional. De hecho no conozco a nadie que lo haya conseguido en su plenitud. Es como el nivel 130 del Candy Crush. Solo reservado a una élite. Y yo, viendo la bilis que suelto algunas mañanas, no estoy en ella. 
Ya sabéis: be esponjosos, my friends.
 
 

19 de agosto de 2014

A la gueta del carbón

Taba apañando castañes y tropezó. Cayó per un desnivel curiosu y llegó a un trozu bosque que ni conocía. Cagose en dios. Empezó a esguilar monte arriba. Garrábase a lo que podía. Tenía les manos tarazaes y taba oscurono pero no lo suficiente como pa nun dase cuenta de lo que tenía delantre. Volvió a cagase en dios. Aquel cachu monte que tantes veces había paseao de guaje yera en realidá una veta carbón. Bueno, pa ser exactos yeren tres vetes de carbón bien relucientes, anchones y llargues.
Volvió al día siguiente y al otru y al otru. Empezó a cestaos, carretillaos, tractoraos. Al final animose y pidioi a Juacu la carroceta. Juacu nun quiso saber nada de aquellos "tejemanejes" que se traía Fonso tou el día desaparecíu. Fonso agradeció que no-i pidiera explicaciones y fue apuntándolo tó en una libretuca roxa que compró en Ablaña.
Según les sus cuentes en los siguientes años sacó de aquella ladera un total de 857 tonelaes de carbón (más o menos lo mismo que 857 vagonetes).
Y en tou esi tiempu, confesoilo después al ingeniero repeinaducu de Hunosa, la única preocupación que tenía yera:
-Nun calar a Nicolasa.

8 de agosto de 2014

Ignacio, Guido y la memoria

"...si lapidando al poeta, se cree matar la memoria, que más le queda a esta tierra, que va perdiendo su historia..." Ignacio Hurbán, director de la Escuela de Música de Olavarría (Argentina), escribió esta canción mucho antes de saber que en realidad su madre, su verdadera madre, la que le parió con la cabeza tapada y atada a una camilla, le había llamado Guido. "Guido como su padre", se la oyó musitar en su celda durante las breves cinco horas en que pudo tener al bebé en brazos. 
Quisieron lapidar al poeta, a la madre y al niño pero no pudieron. 37 años después sabemos que quisieron, pero no pudieron. 
Guido es el nieto perdido y reencontrado de Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Guido también es esa noticia que una lee con un nudo en la garganta de emoción en este mes de agosto de 2014 en el que todo lo demás son nudos en la garganta de angustia e impotencia. 
¡Buen viernes!



3 de junio de 2014

Cruzar fronteras




Cruzamos la frontera con Arias-Cañete soltando un mitin en la radio. Para, para, para. Da marcha atrás. No podemos dejar España así. ¿Y qué quieres que haga?. Pon Radio 3. Una modernez. Mucho mejor. Escuchamos la canción entera y arrancamos.
Ahora si. Pasan los kilómetros y la emisora continúa. Se escucha nítida aunque cada vez estemos más lejos. En el coche apenas se habla. Hace sol y viento. Se suceden los pueblos, las casas pequeñas, los peajes, las risas, las canciones. De vez en cuando vemos a alguien trabajar serenamente en una huerta. Pues se ve que esto es Europa. Nadie, nunca, nos la muestra así. Como lo que realmente es, una sucesión de tierra a veces verde, a veces amarilla, a veces negra, y que acoge a millones de personas cuya mayor diferencia es que hablamos distintos idiomas. Pero eso desde el coche no se ve ni se siente. Todo parece lo mismo. Todos parecemos los mismos.
Sabemos que no estamos en España porque hemos pasado entre unas casetas que algún día fueron aduanas o puestos fronterizos, que algún día fueron límite. Si no fuera por eso no habríamos sabido discernir si estamos en otro país o aún es España la que soporta nuestro peso.
Viajar es la forma que tengo de coger aire. Viajar en primavera, antes de que el verano llegue con sus fiestas, sus ausencias, sus multitudes y sus calores es, desde hace años, la mejor de las terapias anti estrés. Viajar, y cruzar fronteras, facilita una sana desconexión. Te permite ver desde fuera, incluso valorar, las pulsiones que nos acompañan en el día a día, los egos, las gilipolleces y también las cosas (la gente) que realmente valen la pena...
A veces hay que marchar, aunque solo sea unos días, para echar en falta la cotidianidad.
Y eso que ya sabes de antemano que al final -porque siempre te pasa lo mismo- lo que más vas a terminar añorando será el viaje.
De repente la radio se va, y suena una canción muy tierna, hacemos esfuerzos por entender al locutor. Ahora si, estamos fuera. Volveremos.
(Y volvimos).

17 de mayo de 2014
En ruta










1 de mayo de 2014

¿A qué hora sale? (Un añu después)

Fae un añu nun tenía ni idea de lo que era un VTR o una escaleta. Nun sabía que podía hablar tan fino delante de un micrófono ni que 30 segundos puen ser a la vez un instante y una eternidad. Fae un añu nun me importaba, en exceso, que la cobertura de los datos móviles fuera débil; pensaba que Premier yera la liga inglesa y creía que ya lo había visto todo en esta profesión. Pero no. Fae un añu comencé a aprender que me faltaba conocer a unos cuantos compañeros fuinucos y a unos muchos maravillosos.
El Primero de Mayo de 2013 cumplió con su esencia y me dio trabajo, mucho. A veces frustrante y a veces gracioso, bonito, emocionante, sobretodo caleyeru (me sigue dando). Fue un añu duru y excitante. Necesité y tuve palmadas de aliento. Necesité y tuve silencios cómplices con mi indignación. Necesité y tuve regañinas con cariño. Y a lo mejor no necesité pero desde luego tuve alguna bronca de las de órdago. No sé si necesitaba amigos pero en estos 12 meses han salido proyectos de amistad que parece que estuvieran esperando a la puerta para entrar. Lo que seguro, seguro que tuve, en este año, fueron compañeros cámaras fantásticos a mi lado, muchas horas, demasiadas. Algunos se fueron porque quisieron y otros no (Jorge, un beso). Y también, por supuestísimo, en este primer año televisivo, tuve a todos los demás, todos esos que estáis en mi pensamiento mientras escribo estas líneas. Vosotros ya sabéis quiénes sois: Muchas gracias, muchos años más.


PD: Fae un añu tampoco sabía que los asturianos de más de 70 años son capaces de preguntar "¿A qué hora sale?" y "¿Pa qué periódicu ye?" más de 20 veces en dos minutos a gente que porta una cámara de televisión de 9 kilos. Y que esos mismos asturianos son incapaces de decir "TPA": "¿Y esto qué ye pa la PPA?".

27 de abril de 2014

La casa de Eulalia



Eulalia tiene la casa con mejores vistas de todo Langreo. Y lo sabe. Presume de ello con una sonrisa cuando alguien se lo dice. Se lo dicen siempre. “Lali, fia, tienes les mejores vistes de todo Langreo”. Sonríe y asiente. Pone una mano en la oreja. “Y por el verano, si estás en silencio, escuchas la megafonía de Salvamento de Gijón. Es como si estuvieras en la playa”, dice Eulalia mientras se seca las manos con el mandil. En casa ha habido matanza y toca recoger. Tarda poco en ofrecer picadillo casero.
-¿Pero cómo la playa, Lali, si tas a 30 kilómetros?
-Que sí, que sí, la playa de San Lorenzo, óyese el anunciu de les marees y les banderes. Óyese todo. Cuando los temporales de diciembre, parecía que nos caía una ola encima.
-¡Qué exagerá fuiste toa la vida, Lali!
Exageración o no lo cierto es que desde casa de Eulalia, si el viento tira ligero del Nordeste y hace esa luz de tarde de verano se escucha perfectamente la megafonía de la playa de San Lorenzo. Se escucha nítida y el viento huele a calor, aunque ya sea finales de agosto y se necesite una chaqueta para los hombros.
Respirar, mirar un horizonte y sentirse bien. Es algo que debería hacerse más a menudo. Respirar y sentirse bien, y escuchar los murmullos que nos rodean. Lali siente la megafonía de la playa pero su hermana Antonia solo distingue el sonido del panadero antes de que llegue a la tercera curva de abajo. “Eso son lo menos cinco kilómetros”, se apresura a confirmar con mirada orgullosa. Antonia recoge y friega los aperos de matanza con destreza. Tarda poco en ofrecer un filete con patatas. Y tu estás allí y te apetece quedarte para toda la vida.

13 de abril de 2014

Recuerdos y no recuerdos (75 años y 50 días después)

Aquel hombre obligó al niño Fernando a mirar a su izquierda de un manotazo suave en la mejilla. El miró y junto al muro -según entras por la puerta del cementerio- vio amontonados varios cuerpos. No recuerda haber visto ninguna cara. No recuerda el número de hombres que allí yacían. No recuerda lo que durante mucho tiempo si recordó: el silencio solo roto por el taconeo de aquel hombre y su voz aguardentosa. Lo que no ha podido olvidar en 75 años y 50 días es la imagen de unas botas negras que se adivinaban bajo la montonera de muertos y que él conocía muy bien porque muchos domingos había sido el encargado de dejárselas impolutas a su tío, el hermano pequeño de su madre. Nunca se atrevió a decírselo a ella.

8 de abril de 2014

Cuando nos volvimos "pastelosos"

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“Seguro que crees que estamos locos”, me dijo Adrián justo antes de empezar a relatarme la idea que él y Graciela querían poner en marcha en Langreo. Escuché atentamente y la verdad, a mi no me sonó a locura. Todo lo contrario, me pareció valiente, muy valiente, porque la historia que Adrián me iba hilvanando entre sonrisas esperanzadoras era una historia de esas que nacen gracias a que el que la protagoniza hace caso solamente a las ganas que tiene de poner en marcha cosas bonitas sin escuchar a los pájaros de mal agüero que solo saben decirte que todo es negro o todo es blanco o todo es de una gama muy amplia de tristes grises donde no cabe la alegría. Así que su bendita locura y hasta el nombre que le pusieron “En tonos pastel” suena a lo que realmente es: Una bocanada de aire limpio y fresco. Como si siempre fuera primavera aunque en la calle esté nevando y el mundo es verdad que muchas veces es blanco y negro o, como mucho, de una gama de tristes grises.
De esto, del origen de “En tonos pastel” hace ya dos años. Dos años cargados de ideas que Adrián y Graciela han sabido trasladar como nadie a sus fantásticos escaparates (siempre marcando tendencia decorativa) y que ya son una parada obligada para los paseantes de Langreo y Mieres (sí, porque en este periplo de dos años hubo tiempo para “parir” otro “niño pastel” mierense). Hay algo que siempre consiguen los escaparates de “En tonos pastel” y es sacar una sonrisa al que los observa y los disfruta. (Y al hablar de los escaparates de En Tonos Pastel no podemos olvidar al ingenio del genio Emilio Paniceres).
 La cabeza siempre activa de estos Adrián y Graciela –insultantemente jóvenes- también ha logrado entrar hasta el fondo de otras cabezas, las de sus clientas (en femenino porque son las que más) enseñándonos la amplia paleta de colores (no siempre pastel) que se pueden encontrar en un jersey, en un abrigo o en unos zapatos. Y en todo, siempre, las redes sociales. Internet. Instagram, Facebook, Twitter…herramientas que consiguen que los fantásticos escaparates de los que antes hablábamos no solo se puedan disfrutar cuando una pasea por la calle Alférez Argüelles de La Felguera o calle La Vega de Mieres. En un solo click las novedades pastel, la moda pastel, las ideas, las esperanzas, los colores, y muchas más ideas y esperanzas y colores se pueden ver, se pueden comprar, en cualquier sitio del mundo (tienda on-line –el tercer “hijo”- mediante).
Dos años ya y no, no parece que fuera ayer. En realidad parece que llevan ahí toda la vida mimando nuestros gustos, trayéndonos a las cuencas mineras una moda que antes ni siquiera podíamos soñar con encontrar por aquí y siendo esa clase de tiendas donde vas a comprar una cosa y posiblemente salgas con dos o vas a comprar un regalo y el envoltorio, ¡ay el envoltorio!, es que te da pena hasta abrirlo. Sí, tal parece que llevan ahí toda la vida pero en realidad es que llevábamos toda la vida esperándolos.



¿No es para comérselos como si fueran pasteles?.

30 de marzo de 2014

Realidades

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No es que la realidad me haya estropeado un titular. Es que la realidad me ha estropeado un artículo de 658 palabras que me había quedado redondo. Ya sé, ya sé. Está mal que lo diga yo. Suena pedante. Pero era verdad. Era. Hasta que dejó de serlo. Y mira que me alegro de que al final el artículo no se publicara porque la realidad cambiara. Me alegro porque trataba un tema espinoso que toca de cerca de gente a la que admiro. Gente de esta cuenca nuestra con una capacidad de trabajo infinita. Gente que trabajan de sol a sol. Personas que llevan un mes rabiando intentando comprender  cómo es posible que la cerrazón de un señor casi logre acabar con una cosa bonita. El artículo reunía ingredientes narrativos de todo tipo: suspense, drama, tragedia y si no fuera porque no hace ni puñetera gracia, incluso hasta humor. Hablaba de amenazas, de juegos de poder, de mafiosos de poca monta y de personajillos que se dan golpes en el pecho por unas siglas sin darse cuenta de que ellos y su ambición, su sed de mandar y ser obedecidos han llevado a la ruina muchos proyectos y si me da el punto dramático puede que también a todas estas cuencas mineras. Aquí tenemos muchas cosas buenas. Tenemos un germen de solidaridad y lucha que otros quisieran para ellos. Pero también tenemos lacras con nombres y apellidos y una cualidad que los define a la perfección: Adoran ir de salvapatrias. Os lo digo con la mano en el corazón: Suerte que cada vez mandan menos. Para artículo la historia no dará, pero para novela no lo descarto... Tendré que suavizarlo, si no alguno dirá que soy una exagerada.

18 de marzo de 2014

Cuando la pena naufraga


"Hace años, cuando taba trabayando nel Pozu Llamas hubo un derrumbe y morrió un chaval. Tardamos en encontrar el cuerpo siete días. Pienso en ello y veo a aquel padre día y noche, día y noche, esperando agachau, apoyando la cabeza en les manos, en la enfermería del Pozu, esperando y esperando a que se lu sacáramos de allí. Por eso los mineros entendemos mejor que nadie a los marineros, a esta familia que hoy entierra a un guaje de 28 años". Hoy el alcalde de Mieres me contó, casi me susurró, esta historia cuando me acerqué a él en el funeral en Baíña de Marcos del Agua, el joven asturiano fallecido en Cabu Peñes en el naufragio del Santa Ana. Y a mi, nun sé si fue la tensión acumulada de días y días de espera, que se palpaba en el ambiente, o el orbayu gris que empezaba a arreciar, pero me dio todo una pena terrible.











4 de marzo de 2014

De nuevos usos norteños y otras decisiones



Primavera, verano, otoño y galerna. Deberíamos encabezar una iniciativa popular para cambiar las estaciones del año, renombrarlas y adaptarlas así a los nuevos usos y costumbres meteorológicas del siglo XXI. A lo mejor no hay que llegar tan lejos, quizás valdría con impulsar la inclusión en nuestros currículums norteños -junto al inglés nivel medio (que tire la piedra el que se haya puesto nivel "bajo" alguna vez) y el conocimiento nivel usuario de informática- poner, decía, en la historia curricular el manejo de las nuevas aplicaciones físicas que vamos añadiendo a nuestro cuerpo, a saber: ser anfibios.
No nos rasgaremos las vestiduras. Yo supongo, porque miró alrededor y lo veo todo verde desde siempre, que aquí ha llovido, y mucho, en otros siglos. Recuerdo, de hecho, que nevaba bastante más que ahora pero... ¿llovía tanto?. Puede ser que sí, y dicho esto, ¿apostamos algo a que ahora entramos de sequía hasta abril?.
De momento de la subida de las temperaturas parece que se va a encargar la plantilla de Hunosa, en huelga durante ocho días de marzo para exigir a la presidencia de la hullera pública un plan de empresa digno. Hay días en los que me pongo a pensar sobre estas cuencas nuestras (si, si, si...nadie me manda) y lejos de sacar conclusiones pillo unos ardores de estómago de padre y muy señor mío. Y todo porque si del ruque de cabeza se saca una idea clara, sólo una, es que la clase mandataria (política o empresarial) toma a veces (casi siempre) las decisiones basándose en criterios que poco tienen que ver con el interés público, o al menos de muchos, o al menos de la mayoría. Pero bueno, esto es algo que pasa aquí y en la China Popular, o, me la lo mismo: Ucrania.

17 de febrero de 2014

Lo que nos queda por contar (100 número del periódico La Cuenca del Nalón)



Que se acaba la obra del Soterramiento de las vías de Feve en Langreo, que nuestros cielos son los menos contaminados de España, que los chavales de Felguera Melt vuelven a trabajar en la factoría al pie del Río Nalón, que los subcontratados de Hunosa entran al tajo en el Pozo Sotón, en María Luisa, en Carrio…; que las minas dan mucha y buena labor, que el Alto Nalón se llena de flores y turistas en primavera; que todos los vecinos tienen un plato de comida que llevarse a la boca; que todos los niños pueden merendar. Que un juez del Supremo decide que la dación de pago es justa y necesaria, que en nuestro valle se acabaron los desahucios; que el Centro de Nanotecnología de San Martín del Rey Aurelio se convierte en un referente mundial; que Alfonso Zapico dibuja, por fin, el fin de la crisis. Que la próxima semana se abre la carretera de los túneles, que a los vecinos de Caso les van a hacer caso y tendrán conexión, en condiciones, hacia Infiesto. Que la embotelladora de agua de Sobrescobio comienza a exportar un poco de nuestros ríos al mundo entero. Que en Laviana no dejan de nacer niños y más niñas y tienen que ampliar los colegios. Que nadie supera los límites de velocidad. Que todos los pueblos de la comarca tienen luz y agua y ya no hay argayos que amenacen sus despertares. Que tenemos que clausurar las perreras de la zona porque nadie abandona mascotas. Que el Langreo Femenino sube de categoría. Que ya no somos los primeros en la cola del paro. Que una joven doctora del Nalón hace avances asombrosos en la lucha contra el cáncer. Que seguimos orgullosos de decir que somos de aquí.  ¿Os imagináis que en los próximos 100 números de La Cuenca del Nalón os podamos contar todo esto (y mucho más)?.