28 de septiembre de 2013

Las cosas buenas del otoño


Hay cosas buenas que llegan en otoño porque parece que el otoño se cansa de ser siempre la estación agria del calendario anual. Esa estación sibilina que llega siempre, ineludiblemente, cuando toca volver al colegio, al trabajo, a la rutina, a los atardeceres sin hamacas, a los días sin mucha luz. Las cosas buenas y otoñales compensan todo lo anterior (y mucho más).
Hace ocho años en un otoño sin meteorología (al menos yo no tengo recuerdo el tiempo que hacía) llegó a mi casa un encargo paternal: “Te va a llamar mi amigo Fidel que va a montar un periódico, y es para que colaboraes”. “Uf, ya está mi padre con sus chollos/marrones”, pensé. Después de esa primera impresión que nadaba entre la vagancia y el desconcierto, llegó Fidel y tras él muchas páginas escritas sobre lo que pasa en las calles, en los ayuntamientos, en las caleyas, en los colegios, en los teatros o en los despachos de los cinco concejos que forman la Cuenca del Nalón. Tengo un trabajo que me hace recorrer, a diario, esos cinco municipios. Tengo un trabajo que me enseña cada día a las gentes, los paisajes, los proyectos, los llantos, las denuncias, las fiestas y los rincones de esta tierra nuestra que desprende muchos colores pero que sobretodo es negra y es verde. Tengo un gran trabajo. ¡Gracias por estos ocho años de La Cuenca del Nalón!

23 de septiembre de 2013

Whatsapp desbocados y otros septiembres



Grupo de familia, grupo de familia más cercana; grupo de amigos, grupo de amigos para hablar de los no tan amigos, grupo de compañeros de trabajo, grupo reducido de compañeros de trabajo para rajar de los jefes y así un largo etcétera.
Señoras y señores: El tema “Grupos de Whatsapp” se nos ha ido de las manos definitivamente. Cuando encaras la recta final de septiembre y te encuentras formando parte de una conversación titulada “Fiesta de Nochevieja 2012” o “Amigo invisible Navidad 2012 ” es que algo, raro, está pasando. Y cuando abres el grupo y encima ves que tienes 123 mensajes sin leer aún se pone la cosa peor. Tú pasas, y dices que no vas a leer esos 123 mensajes porque te da una pereza que te mueres. Pero resulta que en esa línea de mensajes que tu no lees -por pereza- tu mejor amiga dice que se va a separar y tu hermano que va a ser padre. En estos momentos de la vida, las cosas importantes se dicen por Whatsapp porque es gratis y no anda el asunto económico como para andar gastando en establecimiento de llamada y en minutos y minutos de explicaciones telefónicas mientras las empresas del ramo hacen su agosto (¡Y ya no es agosto!).
¡Ay el verano! ¿Recordáis cuando el verano parecía un mundo? Llegaba septiembre, la gente volvía a su rutina de urbes enormes y los que nos quedábamos echábamos la vista atrás y pensábamos que julio era en realidad de otro siglo. ¡Habían pasado tantas cosas!. Decíamos hace unos meses que el verano es relativo, que venía cuando menos lo esperabas. Todo lo contrario que el otoño porque un día te levantas y hace más frío de lo normal y ya tomar el sol o ir a la playa en un día de asueto es una opción, no una obligación; y encima tu madre ha aprendido a cambiar el nombre a los grupos de Whatsapp y al grupo “Familia verano” le ha puesto el título de “Vuelta al Cole”.