30 de marzo de 2006

Poemas de/para otros


Ella quiso ser pirata de una isla del caribe
Él coronel de barco que buscaba en sus cabellos el timón.
Ella cabaretera en Bostón, con el humo de la noche golpeándole los ojos,
él trashumante que busca, en el mundo, otros horizontes.
Ella fue doncella sin quererlo,
él escribano de reyes de cuento.
Ella fue alondra y fue huerto,
él fue virtud y matasellos.
Ella quiso ser parisina en el café de Los Griegos,
él autor en busca de musa y la encontró en el puerto.
Él y ella se conocierton recitando estos versos...
y fueron todo aquello que alcanzaron con sus besos...

15 de marzo de 2006

La muerte de Milosevic


Me enteré de la muerte de Milosevic en una de esas introspecciones furtivas que hago cada tarde en internet mientras espero que me surgan las palabras oportunas para contar este valle que vivimos.
Supe de la existencia del dictador serbio hace muchos años, cuando surgió el conflicto de Los Balcanes, y mi madre se encargó, junto a otras mujeres, de recoger alimentos y ropa para enviar a Bosnia. Entonces el nombre de Slobodan Milosevic se me antojaba lejano. Tanto como los tres mil kilómetros que nos separan de la Antigua Yugoslavia. Con el tiempo, supongo que con la edad, y con mi interrelación con diferentes personajes relacionados con ese país eslavo fuí escribiéndome un perfil más próximo de él. Conocí a María Palacios en la Facultad. Ella había vivido en Belgrado hasta los 18 años, cuando los bombardeos de la OTAN hicieron de Serbia y su circunstancia otro foco de indigencia moral occidental. Las palabras y explicaciones de Palacios sobre el nacionalismo serbio no hicieron cambiar mi opinión preconcebida sobre la crueldad de los pensamientos dictatoriales sean del calibre o la tendencia que sean. Tampoco sirvieron las charlas con sus amigos o un trabajo que hicimos para la «Cátedra UNESCO» titulado «Los nacionalismos en la Guerra del Este». Cinco años después de conocer a María, viajé a Bosnia-Herzegobina. A la zona de Goratze, en la frontera con Serbia. Donde el ejército comandado por Milosevic había cometido tantos asesinatos, violaciones y delitos que en aquel momento –diez años después de todo– los bosnios no tenían ganas de contarlo, tampoco de olvidarlo, ni yo estaba convencida de que necesitara saberlo.
Ha muerto Milosevic, como primero lo hicieron sus dos fieles escuderos Tudjman e Izetbegovic, dejando tras de sí la estela de demasiadas tumbas en los caminos balcánicos y una tristeza doliente en los ojos de Enisa que aún no pude olvidar.

11 de marzo de 2006

Correspondencias


«Los correos electrónicos y mensajes de móvil son una estrategia para la evitación, para mantener al otro a una distancia de seguridad. A nuestro alcance pero no a nuestro lado», dijo cierto día Jiménez Burillo –profesor de Psicología Social de la Universidad Juan Carlos I de Madrid–. Al leerle pensé que quizás estos medios sean una herramienta para enseñar a los demás aspectos de nuestro yo que de otra manera y en el mundo real no podríamos, no querríamos o no sabríamos revelar. Por medio de estos medios (valga la «abundancia») mostramos nuestro lado más fotogénico, más sexy, más humano, más huraño, más falso o también, por qué no, el más verdadero. A mi me gusta utilizar esta clase de filamentos informáticos para expresarme, entre otras cosas porque creo que pierdo en las distancias cortas. Pero me gusta apostar, perder y levantarme de la timba cuando ya estoy desnuda....

9 de marzo de 2006

Juegos de palabras


De pequeña pensaba que un palíndromo era un oso, que una anáfora era una hoja verde que flotaba sobre el agua de un estanque, y un lipograma cualquier suerte de toxina que no nos dejaba adelgazar. (Sin risas que mi hermana creía que El Ecuador era un país muy delgado pero muy largo que daba la vuelta al mundo).