29 de junio de 2006

Mundiales Contradicciones

El mundo está lleno de contradicciones vanales, absurdas, importantes, legítimas, graciosas, fascinantes e incluso necesarias. Desde la calle, llega a esta parte de la habitación, el sonido melancólico y sempiterno de la lluvia salpicado de una suerte de bocinas que no alcanzo a descifrar. Puede que España haya metido un gol. O puede que, sin saberlo, viva en realidad en un barrio tunecino con sus beduinos y sus bereberes y sean ellos quienes festejen la victoria. Pero no, no creo que en Túnez llueva tanto y tan lentamente como aquí. Al menos no en esta época. Hoy, hace unos minutos, tuve que decidir entre ir a ver un partido de fútbol con unos amigos o venir a casa. Opté, como mis letras demuestran, por lo contrario. Me apetecía tomar un culete con gente amiga, de esa que no todas las semanas tienes la oportunidad de ver y con la que siempre tienes conversaciones alegres. Pero no quería coger el coche, bajo esta lluvia amenazante, llegar allí, oir gritos ensordecedores y festejar las victorias de otros. Lo que os digo, toda una contradición geográfica y personal. Creo que voy a poner algo de música cubana y bailar.

Un "posi"

15 de junio de 2006

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Miércoles 15 de junio.
Ha sido un día feo.

5 de junio de 2006

Era en junio, el tiempo que declina...

Recuerdo ahora los junios de estudianta por la ciudad, eran días de prisas en el trabajo, de calores de biblioteca nocturna, de fiestas a las que te escapabas entre lección y lección, de calores madrugadores y de polen asesino en Ciudad Universitaria. Si hacías un exámen con aquel profesor alegórico que te «obligaba» a leer maravillas literarias procurabas buscar una sombra entre los árboles para adentrarte en el miserable mundo de Víctor Hugo. Era difícil encontrar postura entre tantas páginas y tanta narrativa, pero si lo hacías, lograbas olvidar que el mundo bullía a tu alrededor y olvidabas también que leías aquellas líneas porque al catedrático librepensador se le antojaba. Cierro los ojos y aún puedo sentir los cohetes que anunciaban los festejos de San Antonio de la Florida, allá abajo, en la avenida de Valladolid. En las calles del barrio convivían los frescos de Goya, las Azúcar Moreno y nosotros que, si podíamos, arañábamos unos euros a la nostalgia y pedíamos unas botellas de sidra en aquel restaurante asturiano con especialidad en pollos asados. Eran otros Mundiales de fútbol los que disfrutabamos allí, otras costuras las que se nos desgarraban y otra prisa la que nos llevaba a coger un táxi, ya en los albores del día, para llegar a casa y repasar a Unamuno...