16 de octubre de 2012

Tiempo de Prestige

Foto Archivo El País.

No había Facebook, ni Twitter y mi teléfono era un One Touch Easy de Alcatel grande, pesado y amarillo. El móvil no hacía fotos y mi precaria economía de estudiante en Madrid tampoco me permitía tener cámara así que no guardo ni una sola imagen de los seis días que pasé limpiando chapapote (galipote para los astures) en las playas de Carnota y en los barcos que salían y entraban de la ría de Vigo. Durante aquellas jornadas de voluntariado, era la Navidad de 2002, nos acogieron en el polideportivo de Cangas do Morrazo. En realidad nos acogieron en todo el pueblo porque no nos dejaron, al menos a mi no, pagar nada, ni una de las cervezas que tomábamos por la noche en el bar frente al poli: "¿Una servesa?", seseaban los del pueblo y nos hacía una gracia tremenda, y nos reíamos, hablábamos de política, de barcos que se hunden, de la puta mierda del chapapote. Los que quedábamos en el puerto limpiando las barcazas comíamos en las instalaciones de la cofradía de pescadores. Primer plato, segundo plato y postre: "Come miña reiniña, come", decían los paisanos que después se acercaban a un grupo de jóvenes voluntarios japoneses que ante la presencia de los marinos se levantaban en señal de respeto. Cuando llegamos nos recibió la banda de gaitas de Cangas y para marchar una gran queimada. Los autobuses de la Complutense volvieron a Madrid, yo, como iba a ser Nochebuena, inicié un periplo por todo el Noroeste de España para poder llegar a casa. Durante días me olieron las manos a chapapote. O esa era mi impresión porque los demás decían que no. Después tocaron las manifestaciones por calles madrileñas cantando aquello de "Nunca máis" y otras de cosecha propia como "ya se acabó el alboroto y ahora se hunde el petrolero y ahora se hunde el petrolero". De todo esto hace diez años y ahora empieza el juicio de una barbarie ecológica pero también política que incluyó un ministro, Cascos, cazando por el mundo mientras se destrozaba la costa gallega y frases memorables como la de los hilillos de plastilina que salió de la boca de nuestro excelso presidente. ¿Dónde queda eso de que el tiempo pone las cosas en su sitio?. 


(Lo escribí en octubre de 2012. Lo reafirmo en noviembre de 2013 y añado: el tiempo sigue dejando la cosas en el fondo de mar. Bueno, todo no, a mi y a muchos nos quedan los recuerdos)

11 de octubre de 2012

Que alguien le diga...(2x1)



Que alguien le diga a José Ignacio Wert que echar un vistacín a la alineación del Barça en el Marca no es leer catalán. Y ya que está que le diga también que en este momento de la vida que nos ha tocado vivir lo que mejor nos vendría a todos sería desespañolizar la escuela de este país y por extensión la sociedad y tal vez volverla un poco menos caínita y algo más interesada por salir adelante. Estaría bien que el interés en medrar impregnara a la clase política y empresarial del país para que ni políticos ni empresarios se vengan arriba y empiecen a hacer listas de deshechos al estilo Cebrián.
 
Por cierto, que alguien le diga al emperador de PRISA, el mismo que asegura que en El País sobran los periodistas veteranos, que el próximo 30 de octubre cumple 68 años por lo que ya está en predisposición de jubilarse con o sin reforma de la edad de jubilación. Y ya que está que le diga también, así a cara perro, que a lo mejor el que sobra es él porque sus pésimos tejemanejes empresariales han acabado por hundir a un grupo editorial que, hasta que él se puso al mando, sobrevivía con mas gloria que todas las penas que él le echó encima después. (Y que le diga también que abra los ojos, que parez que tien conjuntivitis).

10 de octubre de 2012

A/a del Señor Cebrián: "La propiedad conlleva una responsabilidad"


"La reina en el palacio de las corrientes de aire", Stieg Larsson. PÁGINAS 264 y 265:

"Los recortes fueron necesarios. Si no los hubiésemos realizado, haría ya mucho tiempo que el periódico habría cerrado.
—Dejemos por un momento lo que es necesario y lo que no. Durante los últimos tres años han desaparecido dieciocho puestos de reportero. Encima, la situación actua
l es que nueve puestos del SMP se encuentran vacantes y han sido sólo parcialmente cubiertos por suplentes temporales. La redacción de deportes necesita con urgencia más personal. Se supone que deben ser nueve empleados, pero hace más de un año que están con dos puestos sin cubrir.
—Se trata de ahorrar dinero. Es así de sencillo.
—La sección de cultura tiene tres puestos vacantes. En la de economía falta una persona. En la práctica, la redacción de asuntos jurídicos no existe: allí lo que hay es un jefe de redacción que va cogiendo reporteros de la redacción general para cada trabajo. Etcétera. El SMP lleva al menos ocho años sin efectuar una cobertura seria ni de las instituciones ni de las autoridades oficiales. Ahí dependemos totalmente de los freelance y del material que produce la agencia TT... y, como ya sabes, hace años que la TT cerró la redacción especializada en esos temas. En otras palabras, no hay ni una sola redacción en toda Suecia que se ocupe de las autoridades y de las instituciones del Estado.
—La prensa escrita se encuentra en una situación delicada...
—La realidad es ésta: o se cierra inmediatamente el SMP o la junta se decanta por una solución ofensiva. Cada vez tenemos menos empleados, y los que quedan se ven obligados a producir cada vez más textos. Los artículos son pésimos, superficiales y sin ninguna credibilidad. Por lo tanto, la gente deja de leer el SMP.
—No lo entiendes...
—Ya me he cansado de oír que no lo entiendo. No soy una becaria que ha venido aquí para que la entretengan.
—Pero tu propuesta es una locura.
—¿Por qué?
—Estás proponiendo que el periódico deje de ser una empresa que obtenga
beneficios.
—Oye, Sellberg, durante este año les vas a entregar unos enormes dividendos a los veintitrés accionistas del diario. A eso hay que sumarle unas bonificaciones completamente absurdas que van a recibir nueve personas de la junta directiva y que le costarán al periódico cerca de diez millones de coronas. Te has asignado a ti mismo una bonificación de cuatrocientas mil coronas como premio por haber administrado los recortes del SMP. Es cierto que no es nada en comparación con las bonificaciones que han rapiñado algunos directores de Skandia, pero para mí no vales ni un solo céntimo. Las bonificaciones deben entregarse cuando alguien hace algo que fortalece al SMP. En realidad tus recortes han debilitado al periódico y han incrementado la crisis.
—Eso es muy injusto. La junta ha aprobado cada una de las medidas que he tomado.
—La junta ha aprobado tus medidas porque le garantizas un reparto de
dividendos cada año. Eso tiene que acabar ya. Ahora mismo.
—¿Hablas en serio cuando propones que la junta elimine todos los
dividendos de las acciones y todas las bonificaciones? ¿Y crees que los accionistas van a aceptarlo?
—Lo que propongo es que este año se adopte un sistema de cero beneficios. Supondría un ahorro de casi veintiún millones y la posibilidad de reforzar la plantilla y la economía del SMP. También propongo una reducción del salario de los jefes. Yo cobro al mes ochenta y ocho mil coronas, algo que es un auténtico disparate para un periódico que ni siquiera se pueda permitir cubrir las vacantes de la redacción de deportes.
—O sea, ¿que quieres bajarte el sueldo? ¿Estás abogando por una especie de comunismo salarial?
—No digas chorradas, incluyendo tus bonificaciones anuales, tu sueldo es de ciento doce mil coronas al mes. Es demencial. Si el periódico tuviera estabilidad y reportara unos tremendos beneficios no me importaría que entregaras los dividendos que quisieras. Pero este año no es precisamente el mejor momento para que te aumentes la bonificación. Mi sugerencia es que se reduzcan a la mitad todos los salarios de la dirección.
—Creo que no entiendes que si nuestros accionistas son accionistas, es porque quieren ganar dinero. Se llama capitalismo. Si tu idea es que pierdan dinero, ya no querrán ser accionistas.
—Mi idea no es que pierdan dinero, aunque también se podría llegar a esa situación. La propiedad conlleva una responsabilidad. Como bien señalas, estamos hablando de capitalismo. Los propietarios del SMP quieren obtener beneficios. Pero son las leyes del mercado las que dictan si habrá beneficios o pérdidas. Con tu razonamiento lo que consigues es que las reglas del capitalismo se apliquen de modo selectivo a los empleados del SMP, pero no a los accionistas ni a ti mismo.
Sellberg suspiró y, elevando la vista, puso los ojos en blanco. Desamparado, buscó a Borgsjö con la mirada. Éste estudiaba pensativamente el programa con los nueve puntos de Erika Berger"

1 de octubre de 2012

Animalicos




Me gusta la política, pero -sí, habéis acertado, hay un pero- tengo mis reparos hacia muchos de los que la practican últimamente en este país. Sin desearles mal a ninguno de ellos y siempre desde la educación, la verdad es que me encantaría ver a alguno de ellos abrir los telediarios detrás de un atril y diciendo: "Mira que yo lo dejo, eh, que esto es muy extresante. ¿Interesante?. No mujer interesante no, extresante" en Modo Manquiña.
No me caen mal todos los políticos, de hecho, hasta me llevo bien con algunos de nuestros representantes públicos. Me caen mal algunos políticos-que suelen coincidir con los que mandan-. Otros son tratables. Es como en todo, en el mundo de la abogacía, el periodismo, la siderurgia, en el supermercado junto a tu casa, en la escuela...hay gente buena y válida y los hay que se van ofreciendo a puerta gayola para que les des un corte y los dejes como la mojama.
Lo de que me caen bien, incluso respeto, a algunos políticos no lo digo muy alto porque en estos tiempos del cólera parece que está mal visto. Pero sí, me trato con políticos y a veces hasta tomo con ellos un café. Suelo dejarme invitar porque manejo la idea de que si algún día alguien nos acusa de cohecho, en el juicio se llevará la peor parte el que haya echado mano a la cartera y mi abogado podría exponer dramáticamente que fui obligada a tomar el café porque yo soy más de colacao.
Que me lleve bien con algunos mandatarios de esta la tierra que me soporta no significa que entienda todas sus decisiones, ni siquiera que las respete (porque si fuera médico no respetaría la idea de no atender a una persona por el simple hecho de que no tener un papel). Lo que significa conocer a los políticos un poco mejor que la mayoría de sus votantes es darse cuenta de que ellos también son seres humanos con aciertos y errores, envidias, orgullos, con avaricias y aspiraciones, con buenas ideas e intenciones y también, a qué negarlo, con algunos ardores de mala hostia y/o capacidad de enfado que te alegras de que no tengan acceso a ningún arsenal de armas nucleares. Vamos, nada del otro mundo. Si lo piensas son como adolescentes a los que en la misma tarde te apetecer echarlos de casa a merender donde su güela o reirte a carcajadas con sus tonterías. Son animalicos.