28 de enero de 2011

Sube y baja


Comprobado. Si dices tres veces el nombre de la ministra Sinde delante de un espejo, a medianoche, te entra un virus en el ordenador que no vuelves bajar ni a por el pan. Que digo yo, ya puestos a prohibir bajar cosas, estos del gobierno bien podían prohibir que bajara el Sporting nunca en la vida. Un decretazo y del Molinón a la Europa League (cuanto más me gustaba decir "Uefa"). Como poco. Pero no, eso ni se lo plantean. Ellos a lo suyo, a ponerle vallas a un campo virtual que les viene demasiado grande y que, mucho me temo, ni siquiera entienden.
Bajar y subir. Quién nos iba a decir nosotros en los felices años 2000, cuando (según parece) vivíamos tan bien que los euros se nos caían de los bolsillos, que esta época de crisis se iba a resumir en dos míseros verbos. Baja el empleo, sube el paro, se baja la música, se suben los impuestos, bajan las ventas, sube la edad de jubilación.
¡La jubilación! Esa gran entelequia de la que los treinteañeros de ahora hablaremos, en un futuro, a nuestros nietos. "Pues cuando yo era como vosotros había gente que llegaba a una edad y no trabajaba nunca más. Se iba al paseo del colesterol a andar de un lado para otro o se compraba un piso en Gijón para no hacer nada", les diremos con la mirada perdida en lontananza y los ojillos medio cerrados. A lo que ellos responderán: "¡Kitate pallá bieja, k aburres con tu historia antigua!". Y tú volverás a la carga porque ya tendrás una edad que te la sopla lo que digan los demás: "Y que sepas que cuando yo era como vosotros a los mayores les tratábamos de tú".