29 de marzo de 2010

Diferencias

"Yo no me dí cuenta de que era diferente hasta Tercero de Primaria", explica Samuel con una sonrisa blanca en la que, juraría, hay más dientes de lo normal. Éste joven, y prometedor futbolista "del Atlético", vive en un pueblo de la sierra madrileña desde que sus padres le recogieran en un orfanato haitiano hace ya quince años y seis meses. El día que descubrió que era "diferente" no se le olvida porque "fue muy gracioso". Tras una intensa jornada escolar, Samuel llegó a casa emocionado. En el colegio habían celebrado el Día contra el Racismo y la profesora les explicó que "en el mundo hay personas con distinto color de piel: blancos, negros, más morenos, menos..., pero todos somos iguales". "Como en esta clase, que hay un niño con la piel negra, pero que es igual que los demás, si se porta bien, se le premia, si se porta mal se castiga. ¿Lo entendéis?", les dijo la educadora y todos asintieron. Samuel, encantado, llegó a casa diciendo: "¿Sabes qué, mamá, en clase tenemos un compañero negro?". Almudena, su madre, sonríe al acordarse y asegura: "Pensé...¡a ver cómo le decimos que ése niño negro es él!". El entuerto se resolvió sin problemas y gracias a la mediación de Pedro, el hermano mayor, que le cogió de la mano y le llevó a su habitación para que viera un cartel de Michael Jordan...."es como tú, ¿ves? y tú también serás una estrella de la NBA, Samu", sentenció Pedro.

Pasaron los años y el baloncesto, a decir verdad, nunca atrajo las querencias de aquel niño que un día de marzo de hace siete años descubrió que era "diferente" al resto de sus hermanos y sus compañeros de clase por el color de su piel, pero igual que ellos "por todo lo demás". Eso sí, Samuel reconoce que alguna vez le han intentado ofender utilizando su "diferencia" como insulto. Él "pasa de todo". Aunque al acordarse de "esas chungadas" se pone serio y habla con una claridad que asusta para su adolescencia: "La gente es muy ignorante, me parece tan absurdo juzgar a alguien por el color de su piel que la gente que lo hace me da hasta pena, porque se pierden muchas cosas", señala el chaval mientras muestra una sonrisa y la foto de Jimena, su novia, que también es "diferente" porque "es una empollona que saca notazas".

1 de marzo de 2010

A "Los de La Voz"



Una de las mejores oportunidades que ofrece el ejercicio del periodismo es que permite conocer a personas increíbles. A veces, quien te sorprende es un entrevistado, otras, y juro que puede caber la posibilidad aunque sea muy pequeña, hasta encuentras a algún político comprometido y eficaz que vale la pena. Si bien, para ser sincera, a mí quien más me han sorprendido en estos ocho años de profesión, han sido los compañeros de gremio con los que he tenido que bregar. A ver, y continuemos con la sinceridad, idiotas los hay, como en todos lados. Y a ello añadiríamos que el mundillo periodístico, en concreto, tiene mucho fantasma suelto. Pero por norma general he descubierto colegas con una curiosidad excelsa por las cosas que les rodean, ya sean músicas, imágenes, conflictos o conjuraciones. Con algunos de ellos he aprendido a no dejarme llevar por los prejuicios, a respetar opiniones (sobretodo las de fútbol), a compartir esfuerzos, alabanzas y críticas; a discutir hasta por qué desaparecen los bolígrafos.
Compartir horas de espera, ruedas de prensa, viajes al infinito de las montañas y horas y horas de redacción acaba convirtiendo la presencia de los compañeros en algo tan necesario como satisfactorio.
La injusticia y, ¡como no!, la crisis ha hecho que cuatro colegas de La Voz de Asturias -Isabel, Nacho, Carlos y Sofía- hayan tenido que "abandonar" la casa periodística de las cuencas mineras. La causa de la marcha de estos cuatro compañeros es que el periódico ha sido adquirido por el diario de tirada nacional "Público". El cambio de titularidad de la cabecera asturiana trajo debajo del brazo el despido de la mayoría de la plantilla. La ignominia sobre la que se asentó el proceso de regulación en La Voz de Asturias ha tenido como resultado que decenas de compañeros de profesión con una experiencia y un buen hacer más que probados, se encuentren ahora en la calle, mientras que la pésima gestión de la situación queda impune.
Seguro que Isabel, Nacho, Carlos y Sofía "los de la Voz", no tardan en encontrar otra labor, porque se lo merecen y porque además han demostrado una valentía, eficacia y talento tan grande, que el mundillo no se va a permitir perderlos de vista por mucho tiempo. A ellos cuatro, y a todos los demás "afectados", van estas palabras y un beso.