29 de mayo de 2010

¿Engordaste?



-"¿Engordaste algo, eh?"
-"Sí, señora, engordé y usted tiene unas arrugas sospechosas junto a los ojos".
No se puede, porque no se puede, pero cuantas veces te apetece responder de estas trazas cuando se acerca una vecina, conocida o ciudadana de a pie para poner en cuarentena la dieta que, de cuando en vez, tienes a bien seguir en tu cabeza (más que en estómago). Yo tengo preparadas en cartera un par de respuestas que no dejan indiferente a nadie. Depende de como me encuentre digo una u otra. La opción que más me gusta es: "Es que estoy embarazada de cinco meses, pero no le diga nada a mi madre que aún no lo sabe. Es una sorpresa". Quedan con una palidez extrema. A mi madre la tengo advertida, que a más de una le faltó tiempo para tras el "no, no, no, no te preocupes", marcar el teléfono de mi progenitora y chafarme la "exclusiva".
El caso es que el otro día, con la visita de la Princesa de Asturias a El Entrego, me di cuenta que a las señoras en general el tema de la gordura las trae por la calle de la amargura (pareado): "Tas muy guapina Leti, pero tienes que engordar un poco, fía, que tas esmirriaduca, como un xilguerín", "Ay, mio nena, has de comer más, que tas en chasis", "Madre, fia, tas igual que el espíritu de la golosina". Tras media doce más de frases por el estilo, me identifiqué con ella (pero al revés) y decidí solidarizarme con la susodicha Princesa. Que como dice una amiga mía, "son altezas, pero son personas".
Más allá de que forme parte de la realeza o no, que el tema Monarquía ya lo tocaremos en otra columna, lo cierto es que ella es una mujer a la que, como al resto, le debe fastidiar bastante que su peso sea objeto de conversación allá donde vaya. Con el añadido de que, además, forma parte del grupo de gente conocida que sale en los medios de comunicación a menudo, y tiene que aguantar ya no sólo a la vecina de turno sino a buena parte del pueblo español. Yo supongo que pondrá antena tierra y pasará del tema para no cogerse un ardor de estómago. Porque si a mi, una sola señora que afirma ante mi careto que engordé ya me pone de mala leche para toda la semana. No quiero pensar lo que tiene que ser escuchar a hordas de señoras llamarte "xilguerín".