
La política es química. O al menos debería serlo. Y
además en el sentido más cursi y ñoño de la palabra. Química política para ir a
votar, para decidirte por un candidato u otro, por un partido u otro… Meter la papeleta en el sobre y después
dársela al presidente de mesa para que haga lo propio en la urna es un coito
democrático en toda regla. Si todo ello
se hace con gustirrinín químico pues oye mejor que mejor. Parece que apetece
más. Ya sé, ya. Es "solo" cada cuatro años y siempre cae de domingo, pero tampoco nos
vamos a poner exquisitos. Los hay que “mojan” menos. Las cosas como son.
La política es historia, que no deja de ser una ciencia,
historia de lo que fuiste y lo que aspiras a ser. Y también literatura que va
desde los cantares de gesta hasta el teatro del absurdo (no me hagáis poner
ejemplos, por favor).
La política es muchas cosas, incluso zoología… Pero bueno,
eso ya lo sabéis.
