22 de febrero de 2009

La televisión naranja

Mi infancia son recuerdos de una tele encendida. En concreto una tele pequeña y tan naranja por fuera que las imágenes en blanco y negro que salían de ella no lo parecían tanto. Era de las que se colocaban encima de la nevera y se decoraba con un tapete de ganchillo. La despedimos una tarde de invierno.A cambio, un aparato grande y en color pasó a formar parte del salón y de nuestras vidas. La ubicación del nuevo televisor me permitía escapar de la cama, a medianoche, para ver «Canción triste de Hill Street» y«Luz de Luna». Cuando me pillaban sentada en el pasillo siempre me hacían la misma pregunta:¿Tu hermana duerme?. Sí, sí, sí, sí, decía yo con declamación de ruego. «Pues anda pasa». Así me nacieron las ojeras.
Ojeras que no se me quitaron durante la adolescencia cuando me dio la ventolera de engancharme a los programas que, siempre, emitían de madrugada. Así me pusieron las gafas de vista cansada. Una de ellas era, claro, «Doctor en Alaska». La serie me gustaba porque me enamoré de Chris Stevens ( John Corbett ), locutor de la radio local K-OSO (KBHR).Años después me enteré que se trataba de una de esas «series de culto», pero yo , una ignorante de la vida, cuando no aparecía mi amado Chris, cambiaba de canal.En uno de esos «zapineos» vi el famoso programa inexistente de«Sorpresa, sorpresa» del perro, la mermelada y Ricky Martin. Paradojas de la vida, esa noche Asturias registró un terremoto. Movimiento sísmico que se repitió al día siguiente, pero ya sólo en mi casa, cuando no me creyeron a pesar de jurar y perjurar que era mentira lo del potorro porque yo había visto el programa entero y Ricky Martin no salía por ningún lado. No me creyeron hasta que IsabelGemio sacó un comunicado de prensa desmintiendo la mayor. Así me nació el tremendo respeto que le tengo a la presentadora. Gracias a ella volví a contar con la confianza del entorno familiar al que, por cierto, exigí la publicación de un comunicado interno con las pertinentes disculpas.
Con la Universidad llegó el desenfreno. ¡Fuera de casa y con una tele para mi sola!. Lo pienso y se me cae la baba a lo Homer Simpson. En los cinco años que me llevó sacar la carrera, allí estuvo ella acompañando los aconteceres madrileños. El mismo día que se estrenó «Los Serrano», me enteré de que una vecina le estaba poniendo los cuernos al marido con el dueño de un puesto de golosinas que había junto al portal y casi no me pude concentrar en la historia. Aunque la cima de mi querencia televisiva la viví unas jornadas más tarde. Esperaba el ascensor para subir a casa cuando junto a mí, y sin previo aviso, se posicionó Mayra Gómez Kemp.Os juro que si se pone a mi lado John Corbett no tiemblo tanto. «Voy al tercero», me dijo la Kemp. Y yo, en un alarde de desfachatez que sólo contaré una vez y que negaré el resto de mis días, acerqué mi dedo a los botones y con una sonrisa en la boca canté:«Uuuuuun, dosssssss, tressssss». Sin comentarios.
Todo este rollo para deciros que, si vuestras infancias también son recuerdos de una tele encendida, no dejéis de leer el libro«Pechosfuera» del asturiano Pepe Colubi.

2 comentarios:

Clo dijo...

Jajajajajajajajaja, jajajajajaja
muero, muero, dime que no le dijiste eso a la Kemp... me escarallo mucho...
Gracias por el volareeee, entre eso y el bailecito de "una chica ye-yee, una chica ye-yeeee" ya estoy animadisima, a lo Monica!

Clo dijo...

Uf!!! Entonces te has convertido en mi persona favorita del mundo entero!! jajajajaja qué cara puso la mujer???