Vuelta a la nada cotidiana

Hemos vuelto. Después de cien mil aventuras, pisamos suelo español. Madrid nos recibió con frío, (14 grados). La premura por coger el segundo vuelo y las ganas de llegar a Asturias acortaron nuestro paso por la capital, tan solo una hora de estancia. Allí subidas, Irene y yo apenas hablamos, preferimos darnos una a la otra nuestros momentos de intimidad, para digerir la gesta de nuestros 22 días en tierra guatemalteca, y también imaginar la cara y los abrazos que nos esperaban en el aeropuerto. El viaje a Guatemala llego a su fin a eso de las cinco y media de la tarde del 29. Cómo empezó todo sería muy difícil y largo de explicar. Yo sólo sé que llevo toda la vida pensando en ir a América (a la buena) y que un día de primavera me encontré con un billete de avión cuyo destino era Guatemala, la Guatemala otoñal y lluviosa. Muchas gracias a todos por el cariño que nos habeis demostrado todos estos días.