30 de marzo de 2006

Poemas de/para otros


Ella quiso ser pirata de una isla del caribe
Él coronel de barco que buscaba en sus cabellos el timón.
Ella cabaretera en Bostón, con el humo de la noche golpeándole los ojos,
él trashumante que busca, en el mundo, otros horizontes.
Ella fue doncella sin quererlo,
él escribano de reyes de cuento.
Ella fue alondra y fue huerto,
él fue virtud y matasellos.
Ella quiso ser parisina en el café de Los Griegos,
él autor en busca de musa y la encontró en el puerto.
Él y ella se conocierton recitando estos versos...
y fueron todo aquello que alcanzaron con sus besos...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que sigues escribiéndo besos, perdón versos...Mira que hacer un blog de estos y no avisarme....Como dices tú ¿que «ye» de tu vida?

Aitana Castaño dijo...

como no des más pistas «mio nen@»

ana costales dijo...

Bonita foto y bonito poema

lacheli dijo...

Tardaste en "postear", pero....lo compensaste con creces. Lindas la foto y el texto.

Anónimo dijo...

Para ser una canción de Sabina sólo le faltó un final políticamente incorrecto. Pero me gusta la combinación poesía-fotografía (palabra-imagen) que has hecho.

Anónimo dijo...

Ya que estamos por ponernos poetas permitidme dejar hablar a Ángel González:

Título: Me basta así


Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

Adrián Barbón dijo...

Cortesía por cortesía -otra cosa no, pero sabes que yo ser cortés, lo soy, jejeje- He visitado con interés este blog (también he conocido el de Juan, gracias a tí. Interesante alguna foto que ya le diré). Muy bueno. Muy acogedor. Un espacio que promete...

Lo pongo en mis favoritos.
Besos y abrazos