
30 de noviembre de 2006
Diario de una festivalera incipiente (Día 5, 6 y 7) Gijón de cabo a rabo y tiro porque me toca

28 de noviembre de 2006
Diario de una festivalera incipiente (Día 4) La línea recta, la peli larga

27 de noviembre de 2006
Diario de una festivalera incipiente (Día 3) De resistencias, terromotos y otras adversidades

Después de "Resistencia" fuimos a ver "Shortbus". ¡Ay, mamina!, ahí si que me sentí yo como una pueblerina cualquiera. La película ta rodá en Nueva York y los protagonistas pasense la vida fornicando entre ellos, como si tal cosa. Con decir que la actriz principal se pasa hora y media buscando un orgasmo vos lo digo tó. Al final tengo que reconocer que me gustó el asuntu. Ye exótico eso de ir los bares a fornicar. Como en Sama a lo máximo que aspiramos ye a que te echen bien los culetes...
Por último acudimos a la Sala Acapulco a ver a la Terremoto de Alcorcón. Eso sí que ye arte y no el cine independiente. Reíme muchísimo y compartí un cigarru con la artista. Algo que no lo puede decir una todos los días.
26 de noviembre de 2006
Diario de una festivalera incipiente (Día 2) Nº 2 y dolor de muelas

Podría decir que el primer día del Festival de Cine estuvo marcado por la calidad de la película que vimos (la neozelandesa Nº 2) . Podría asegurar que la cita festivalera de Gijón recupera una fauna de modernos que, en otros momentos del año, no se ven en esta región. Podria hablar de que nos vamos, ahora, a ver el documental "Resistencia" de Lucinda Torre (directora y langreana). Podría destacar también, las excelencias de donde cenamos ayer: "El Bembé" o de la preciosa casa de Isabel y Marco, o del delicioso orujo. Podría hablar de muchísimas cosas de esta, nuestra primera jornada festivalera, pero un incipiente (es la palabra del mes) dolor de muelas me impide tener raciocinio suficiente. Me cago en el gremio de dentistas de España (soy así, no mido mis palabras).
25 de noviembre de 2006
Diario de una festivalera incipiente (Día 1)

PD: Ésta semana de disfrute megatrónico es la respuesta a la reivindicación que, hace meses, proclamé en esta bitácora de mis entretelas.
18 de noviembre de 2006
Realidad y/o Ficción

La elección del papel que representaras a la hora de jugar a las series en el Molinu era importantísimo y de él dependía que estuvieras media tarde encerrada en casa porque «los lagartos no te pueden pillar ya que eres la salvación de la raza humana» –que se lo pregunten a Mariquina. O que te pasases media mañana eludiendo los piedrazos de los invasores lagartos, que me lo digan a mi.
Si la serie a emular era «Corrupción en Miami» la cosa cambiaba. La pregunta no era ¿Quién quieres ser?, más bien la custión se encuadraba en: ¿Cómo te vas a vestir?. En el Molinu, el juego de la famosa serie de Don Johnson consistía, simplemente, en lanzarte al río vestido como si las heladas aguas de un riachuelo llanisco fuesen igual que las de una piscina de Florida.
Con el paso de los años no dejamos de jugar a la ficción, simplemente cambiamos de género y nos pasamos al cine. Como Juanma era el mayor, y además era «Dayana», él era el encargado de elegir el título a representar. Durante largos meses preparamos, en la cuadra de mi tío Daniel, el estreno de «Tacones Lejanos». Juanma era Marisa Paredes, Victoria Abril y Miguel Bosé, todos a la vez. Mariquina era Miriam Díaz Aroca y yo era la doble de los tres personajes de Juanma cuando coincidían dos en un mismo plano. Aún recuerdo el número musical de mi primo: «y entenderásssss....en un solo momento....qué significa....un año de amorrrr, qué significaaaa...un año de amor». Él cantaba y cuando Marisa Paredes se agachaba a besar las tablas del teatro era yo la que entraba en escena, como doble de Juanma, y besaba el suelo de la cuadra. ¡Qué tiempos!
16 de noviembre de 2006
Poema infantil de la duda

Dudo al elegir la ropa por las mañanas,
dudo si comer una pera o esa manzana,
dudo cuando busco algo con qué entretenerme en el sofá de casa
dudo cuando sueño
¿color o blanco y negro?.
Dudo si Argentina o Guatemala,
dudo si Gabriel o Benedetti,
si Mendoza o Galeano,
si Sabina o Amalia.
Dudo cuando suena el despertador
dudo en la lista de la compra,
en la marca de cerveza,
a la hora de escoger una talla.
Dudo de todo lo que no es nada.
No dudo de mi,
no dudo de ti
y por ahora me basta.
dudo si comer una pera o esa manzana,
dudo cuando busco algo con qué entretenerme en el sofá de casa
dudo cuando sueño
¿color o blanco y negro?.
Dudo si Argentina o Guatemala,
dudo si Gabriel o Benedetti,
si Mendoza o Galeano,
si Sabina o Amalia.
Dudo cuando suena el despertador
dudo en la lista de la compra,
en la marca de cerveza,
a la hora de escoger una talla.
Dudo de todo lo que no es nada.
No dudo de mi,
no dudo de ti
y por ahora me basta.
(Por esa gente que hoy quiso que mi vida se convirtiera en una duda entre la cabeza y el corazón. Lo siento por ellos, no saben lo "corazona" que puedo llegar a ser a veces -mi madre dirá asombrada en este punto "¿a veces?....")
7 de noviembre de 2006
La Alfombra de Contar y otras libretas

- Enero de 2003. Línea 6 de metro Moncloa-Ciudad Universitaria: Rosa tiene sesenta años. No es de aquí, su acento la delata, es del sur. Conoció a su marido, Pedro, en las fiestas del pueblo. Se enamoraron una tarde de verano entre guirnaldas y pasodobles. Ella lo cuenta siempre que puede, lo está contando ahora. Lleva 31 años ... (Próxima parada Ciudad Universitaria....)
- Marzo de 1997, libreta pequeña y azul: El metro de París sí es como el de las películas...
- Noviembre de 2000. Clase de Historia de la Representación Escénica: En 1973 la obra "El Avaro" ocupaba el segundo puesto en cuanto a número de representaciones dramáticas en la Comedia Francesa, únicamente superada por "El Tartufo".
- Abril de 2005. Libreta de tapas floridas y papel amarillento: "En una esquina de la clase de educación infantil los niños se reúnen a escuchar los cuentos que leen sus profesores. Ellos, los pequeños que apenas levantan un palmo del suelo, le han puesto al lugar un nombre tan poético como La Alfombra de Contar.
- Octubre, 27, 2003. Papel doblado en libreta verde: Querida Aitana, como te prometí, te adjunto las dos estampas de mi tan venerado y amado Cristo de Medinaceli.
- Septiembre de 2005. Avión con destino a Guatemala. Libreta verde:
- 30-9 "Hoy las niñas del colegio belga tocan, en clase de música, la canción "Yesterday". La portería de la escuela, que da a la Avenida 10, tiene un mostrado de madera negra y unos techos altísimos".
- 1-10"El cielo está gris, pero hoy, desde que me levanté ya ha estado violeta y azul".
- 4-10 "Las calles, los caminos, las caleyas o cualquier suerte de lugar por el que tengas que andar en este país, siempre están llenos de gente y de muchos niños".
- 9-10 "La situación en el país es de auténtica catástrofe...carreteras cortadas, pueblos enteros devastados y mucha necesidad entre los supervivientes".
- 14-10 "Guatemala amaneció el lunes con un sol radiante, por primera vez en ocho días los guatemaltecos veían algo de luz después de la lluvia. Y nosotros también.
- Ayer mismo, libreta roja de trabajar: "O no entiendo lo que ha pasado o ya ha pasado lo que yo estaba entendiendo" -Carlos Monsivais, escritor mexicano-
¡¡¡Cae de cajón....hombre por el amor de dos!!!!

Se dice, se cuenta, se rumorea que Immanuel Kant tenía costumbres tan regulares en su vida cotidiana que los habitantes de KÖNIGSBERG, su ciudad, aprovechaban su paso por determinados lugares para poner en hor
a los relojes. Una tarde, Kant, tuvo la desagradable sorpresa de encontrarse con que el reloj de su casa se había parado, su criado se había olvidado de darle cuerda. El gran filósofo no tenía modo de saber la hora exacta. Poco después se fue caminando hasta la casa de su amigo Schimidt, un comerciante que vivía a un par de kilómetros de su hogar. Al entrar en la casa de su amigo se fijó en la hora que marcaba un reloj de pared que estaba en el pórtico. Tras pasar toda la tarde con Schmidt, Kant regresó a su casa por el mismo camino por el que había venido. Paseaba, como siempre, con el mismo paso constante y regular que no había cambiado en años. No tenía la menor idea de cuánto había tardado en hacer el camino de regreso, pues Schimidt se había mudado recientemente y Kant no había cronometrado aún el trayecto. Sin embargo, apenas llegó a su casa, puso el reloj en hora.

¿Cómo pudo saber Kant qué hora era exactamente?
PD: Conste que sé la respuesta porque en casa de mi güela tuvimos, durante años, un juego de lógica que incluía éste y otros enigmas matemáticos que nos trajeron por el camino de la amargura muchas tardes de noviembre y muchos kilos de nueces...
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