Nadie
la llamaba por su nombre. En La Rebollada, Hildemarie Elsembach, era
"La Alemana". Murió mayor, soltera y hermosa exactamente igual que el
primer día que llegó a Mieres. Bueno no. La verdad es que Hildemarie
Elsembach murió veinte años más vieja de lo que había llegado a Mieres
pero igual de hermosa. Eso pensó Santiago Guilhou cuando la vio después
de tanto tiempo. Santiago tuvo que desplazarse
desde París a Asturias requerido por su hijo Numa "para no sé qué
problema" con aquella fábrica que estaba contruyendo su vástago entre
montañas y minas en los confines del mundo. Santiago dijo que sí y
aunque nunca lo confesó abiertamente, al menos no al principio, buena
parte de aquel "sí" fueron las ganas de ver a Hildemarie, de saber cómo
estaba. Ella era alemana, había sido la niñera contratada por su mujer
en los años veinte (del siglo XIX) para hacerse cargo de los tres
pequeños, sobretodo de Numa, el más inquieto. Hildemarie y Numa se
adoraban. Él la llamaba "oma" y ella, aún cuando él ya era el
todopoderoso dueño de Fábrica de Mieres, lo apodaba cariñosamente "Maus"
y le decía cosas todavía más cursis como "Mein Stern in der Nacht" o
"Engel meiner Träume". Santiago, que había aprendido alemán de joven
durante una estancia en Frankfurt empezó riéndose de las remilgadas
ocurrencias de aquella mujer y acabó prendado de la forma en que sus
labios se separaban para decir "nacht". Envidiaba a Numa con todo su
ser. Por eso cuando le llegó el aviso de que su hijo necesitaba su ayuda
"para no sé qué problema" con aquella fábrica entre carbón y humedad
dijo que sí e hizo la maleta a sabiendas de que no volvería nunca a las
calles parisinas (aunque eso tampoco lo confesó, al menos no al
principio). Hildemarie murió cinco años después de la llegada de
Santiago Guilhou a Mieres. Cinco años en los que ambos acabaron
disfrutando de un amor tan incondicional como esperado durante décadas.
Las dudas iniciales de Numa por aquella relación, más celos que otra
cosa, se diluyeron en cuanto su Oma empezó a debilitarse con los
primeros síntomas de la tuberculosis. Numa y Santiago decidieron
enterrar a Hildemarie, a La Alemana, en la parte alta derecha del
cementerio protestante de Fábrica de Mieres. Junto a ella, años después,
reposarían los restos del propio Santiago, en un mausoleo al final de
la escalera en un lugar donde la técnica y lógica dicen que no tenía que
haber nada. ¿Pero qué saben la técnica y la lógica del amor?
*Esta es una historia inventada. Porque hoy, cuando fuimos a grabar la
rehabilitación del Cementerio Protestante de Fábrica de Mieres que están
llevando a cabo los incansables chicos de la Asociación Cultural Santa
Bárbara, me dio mucha pena saber que lo único que se sabe de esta tumba
de la foto es que pertenece "a una sirvienta alemana". Y pensé que a lo
mejor no estaba mal darle un nombre y una historia.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Siempre me gustaron esos pequeños cementerios que contienen grandes historias. Cuando paso hacia Pajares me pregunto: ¿quien está ahí? ¿que historia tendrá?. Hermosa historia. Igual no difiere mucho de la realidad, o es igual, da lo mismo. Gracias por entretener mi noche de trabajo.
1 comentario:
Siempre me gustaron esos pequeños cementerios que contienen grandes historias. Cuando paso hacia Pajares me pregunto: ¿quien está ahí? ¿que historia tendrá?.
Hermosa historia. Igual no difiere mucho de la realidad, o es igual, da lo mismo.
Gracias por entretener mi noche de trabajo.
Eduardo
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