19 de diciembre de 2015

La tumba de Hildemarie Elsembach

Nadie la llamaba por su nombre. En La Rebollada, Hildemarie Elsembach, era "La Alemana". Murió mayor, soltera y hermosa exactamente igual que el primer día que llegó a Mieres. Bueno no. La verdad es que Hildemarie Elsembach murió veinte años más vieja de lo que había llegado a Mieres pero igual de hermosa. Eso pensó Santiago Guilhou cuando la vio después de tanto tiempo. Santiago tuvo que desplazarse desde París a Asturias requerido por su hijo Numa "para no sé qué problema" con aquella fábrica que estaba contruyendo su vástago entre montañas y minas en los confines del mundo. Santiago dijo que sí y aunque nunca lo confesó abiertamente, al menos no al principio, buena parte de aquel "sí" fueron las ganas de ver a Hildemarie, de saber cómo estaba. Ella era alemana, había sido la niñera contratada por su mujer en los años veinte (del siglo XIX) para hacerse cargo de los tres pequeños, sobretodo de Numa, el más inquieto. Hildemarie y Numa se adoraban. Él la llamaba "oma" y ella, aún cuando él ya era el todopoderoso dueño de Fábrica de Mieres, lo apodaba cariñosamente "Maus" y le decía cosas todavía más cursis como "Mein Stern in der Nacht" o "Engel meiner Träume". Santiago, que había aprendido alemán de joven durante una estancia en Frankfurt empezó riéndose de las remilgadas ocurrencias de aquella mujer y acabó prendado de la forma en que sus labios se separaban para decir "nacht". Envidiaba a Numa con todo su ser. Por eso cuando le llegó el aviso de que su hijo necesitaba su ayuda "para no sé qué problema" con aquella fábrica entre carbón y humedad dijo que sí e hizo la maleta a sabiendas de que no volvería nunca a las calles parisinas (aunque eso tampoco lo confesó, al menos no al principio).
Hildemarie murió cinco años después de la llegada de Santiago Guilhou a Mieres. Cinco años en los que ambos acabaron disfrutando de un amor tan incondicional como esperado durante décadas. Las dudas iniciales de Numa por aquella relación, más celos que otra cosa, se diluyeron en cuanto su Oma empezó a debilitarse con los primeros síntomas de la tuberculosis.
Numa y Santiago decidieron enterrar a Hildemarie, a La Alemana, en la parte alta derecha del cementerio protestante de Fábrica de Mieres. Junto a ella, años después, reposarían los restos del propio Santiago, en un mausoleo al final de la escalera en un lugar donde la técnica y lógica dicen que no tenía que haber nada. ¿Pero qué saben la técnica y la lógica del amor?

*Esta es una historia inventada. Porque hoy, cuando fuimos a grabar la rehabilitación del Cementerio Protestante de Fábrica de Mieres que están llevando a cabo los incansables chicos de la Asociación Cultural Santa Bárbara, me dio mucha pena saber que lo único que se sabe de esta tumba de la foto es que pertenece "a una sirvienta alemana". Y pensé que a lo mejor no estaba mal darle un nombre y una historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me gustaron esos pequeños cementerios que contienen grandes historias. Cuando paso hacia Pajares me pregunto: ¿quien está ahí? ¿que historia tendrá?.
Hermosa historia. Igual no difiere mucho de la realidad, o es igual, da lo mismo.
Gracias por entretener mi noche de trabajo.

Eduardo