15 de enero de 2007

El café de máquina o viceversa

El café de máquina tiene la característica intrínseca de que según lo vas tomando más dulce te sabe. Seguro que éste hecho podría servir de base para pronunciar una metáfora poética «que te cagas» pero a mí no me sale ninguna. Hace tiempo hablé de los árboles que se veían desde la ventana de mi trabajo. Donde estoy ahora no hay ventanas y dudo mucho que en la calle se haya plantado algún árbol. La única naturaleza que pulula entre estas cuatro paredes es la humana. ¡Qué miedo!. Hombres y mujeres y un pequeño oso polar de peluche. Me temo que las plantas son de plástico. El café, los animales, las plantas... ¿Y si todos nos estuvieramos convirtiendo en copias de la realidad?. Cuando me pongo filosófica no me sorporto ni yo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No conoces tú a Gabino...! Lo que sea adornos, que no falten. Ahora, no rasques más.

Anónimo dijo...

Donde estoy ahora no hay ventanas. Me acabas de matar... jejeje.

Anónimo dijo...

la sociedad del espect'aculo